Crítica: Aún estoy aquí (Ainda Estou Aqui)


La familia Paiva, integrada por Eunice (Fernanda Torres), Rubens (Selton Mello) y sus cinco hijos parece vivir sin demasiadas preocupaciones en Río de Janeiro a principios de los años 70 a pesar de que Brasil se encuentra bajo un régimen de dictadura militar. Un día, una banda parapolicial irrumpe en la casa de los Paiva y le pide a Rubens que los acompañe para un presunto interrogatorio ya que él es un ex diputado de izquierda que se declara como político retirado tras el golpe de estado. Rubens accede a acompañarlos tranquilamente de su hogar pero quien queda en casa al mando de la familia es Eunice, que preocupada sospecha que su vida y la de su familia cambiará para siempre desde esa tarde infame. Una tarde infame que no permitirá que sea olvidada por ella, por su familia, por Brasil y por toda Latinoamérica.

Aún estoy aquí, película brasileña dirigida por el aclamado cineasta Walter Salles mayormente reconocido por sus films Central do Brasil (1998) y Diarios de motocicleta (2004), vuelve a dirigir un largometraje de ficción tras 12 años luego de On the Road (2012). El guion del film está basado en el libro Feliz Ano Velho (Feliz año viejo) publicado en 1982, donde el único hijo varón de los Paiva, Marcelo Rubens, escribe una obra autobiográfica donde entre otros temas relata la desaparición forzada de su padre. El film recibió tres nominaciones para los premios Oscar; mejor película, mejor película extranjera y mejor actriz protagonista para Fernanda Torres.

Ainda Estou Aqui es una gran película que tiene muy claro su tema, la memoria. La obra de cierta manera humaniza al mal de la dictadura, no muestra monstruos ni torturas explícitas pero sí el dolor que épocas oscuras de la historia causan en las personas. La gran protagonista es Eunice que enfrenta en primera instancia la posible liberación de su marido mientras mantiene en pie a su familia y, tras los años, la búsqueda de justicia a la desaparición de su marido. La película es el horror de una madre (soltera o viuda, ¿O cómo decirlo no?) frente a la atrocidad amenazante de la dictadura en resguardo de sus cinco hijos; Vera (Valentina Herszage), Eliana (Luiza Kosovski), Nalu (Bárbara Luz), Marcelo (Guilherme Silveira) y Babiu (Cora Ramalho). Eunice no está sola, cuenta con Zezé (Pri Helena), la empleada doméstica de la familia que cuida a sus hijos y vive con ellos, además de algunos amigos de la familia con vinculación política así como la tuvo Rubens que la apoyan y acompañan.

El primer acto del film es una experiencia bellísima y agradable, plantea un tono contrapuesto al resto del film y hace que funcione tan bien a medida que avanza la trama. Luego de ese primer gran acto la película se sostiene en la impoluta interpretación de Fernanda Torres que tiene tremendamente merecido todos los aplausos y reconocimientos. Una actuación desde lo físico, desde su mirada y silencios, desde sentimientos aparentemente invisibles o abstractos como el miedo, el dolor, la impotencia o frustración pero que gracias a su excelsa interpretación atraviesan la pantalla y conmueven. Eunice sabe que tiene que ser fuerte, muy fuerte y pese a que nunca lo hace explícito en todo momento se percibe. Salles demuestra que es un excelente director de actores porque no sólo con Fernanda saca interpretaciones precisas sino que con todo el reparto, incluidos los jóvenes hijos o con Rubens que pese a no tener muchos minutos de metraje lo que logra es digno de admiración porque su ausencia nos pesa toda la película.

Formal y técnicamente la película es excelente. Salles dirige con sobriedad y sutileza pero lo hace con un estilo precioso, donde los planos crecen por sí mismos estética y semióticamente. Me fascinó el trabajo de Adrian Teijido desde la dirección de fotografía logrando hacer parecer fácil lo complejo y sumando además secuencias en formato super 8 montadas por el editor Affonso Gonçalves que son para aplaudir. Desde la dirección de arte a cargo de Gabriel Garcia el trabajo es formidable y realmente se aprecia la construcción de los años 70 cariocas donde también aporta a la sensación de época la banda sonora con música brasileña influyente de esos años. 

Tal vez el único pero sea que el último acto se sienta denso, prolongado. Pero una vez finalizado el film se aprecia que es un gran cierre, y que es necesario esa conclusión de dos epílogos dándole prioridad a la importancia de la historia real por encima del mero dopamínico entretenimiento. 

A pesar de que la mayoría de acontecimientos son en los años 70, el final transcurre en el año 2014, donde Eunice tras décadas de lucha resiliente obtiene una justicia simbólica y agridulce pero que la deja en paz a ella y a su familia que nuevamente vuelve a sonreír pese a la circunstancias demostrando una fortaleza necesaria que perdura hasta nuestros días y debe continuar perdurando para exigir justicia por los horrores cometidos en dictadura que siguen impunes. 

La historia de Aún estoy aquí es dura pero trata con mucho respeto a sus protagonistas y aunque la situación sea angustiante siempre deja un pequeño destello de esperanza y una sonrisa para dejar claro que el mal no nos pasará por encima (otra vez).

Calificación: 8.5/10
Por Julián Lloves para La Butaca Web.

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