Por Luciano Macchioli
En 2015, la desarrolladora Amplitude Studios lanzó Dungeon of the Endless en PC. Cinco años más tarde, recibimos un port para la consola híbrida de Nintendo.

Este título es una gran ensalada de géneros diferentes: roguelike, RPG, algunas pinceladas de tower-defense, estrategia y administración de recursos. Uno podría pensar que éstos podrían combinar bien si se hiciera de manera correcta. Pero parece que este no es el caso.
En nuestra aventura, somos un grupo de personajes que integra una tripulación en el espacio exterior. En un momento determinado, nuestra nave es destruida y acabamos en un planeta desconocido. Definitivamente no estamos ante una obra de arte en cuanto a lo narrativo. Pero… ¿qué tal es su gameplay?

Nada más empezar, un tutorial para nada claro tratará de explicarnos lo que hay que hacer. Cada nivel es un piso, y en nuestra base tendremos un cristal de energía. El objetivo que debemos superar para avanzar de nivel es llevar ese cristal hasta la habitación de salida. Parece fácil, pero dichos niveles son de generación procedural, por lo que ninguna partida será igual a la anterior.
En el medio de nuestra misión, diversos enemigos intentarán a toda costa impedir nuestro objetivo. Para abrirnos camino, podremos utilizar recursos que refuercen nuestras armas, plantar torres que ataquen automáticamente, comprar mejoras, iluminar habitaciones para evitar el spawneo de monstruos y un infinito etcétera. Con tanto que hacer y tanto a lo que prestarle atención, el jugador no encontrará un desafío, encontrará agobio. Si bien se puede elegir la dificultad, ésta parece un chiste sin gracia: muy fácil, que es dificilísima; y fácil, que es imposible.

El apartado artístico es el punto menos criticable del título, pero no por eso impresiona. El ya recurrente pixel art cumple con la tarea de adornar el entorno de juego, acompañada de una banda sonora básica pero adecuada.
Para terminar, me gustaría remarcar los dos grandes problemas que Dungeon of the Endless tiene. En primer lugar, es un juego para un público muy particular. No todos los jugadores disfrutarán de esta experiencia, incluidos aquellos que sí hayan disfrutado otras entregas del mismo género.

En segundo lugar, ese reducido número de jugadores para el que está dirigido el título, no jugarán la versión de Nintendo Switch. Los tiempos de carga entre niveles son excesivamente largos, los tirones de FPS cuando hay muchos enemigos en pantalla son lo suficientemente recurrentes para marcarlos, el tamaño de fuente de los textos es excesivamente chica, haciendo imposible jugar en modo televisor. Y vaya que hay texto para leer.
Dungeon of the Endless es un conjunto de buenas ideas mal ejecutadas. Y, como dejé en claro anteriormente, sobran los motivos para no acercarse al título.
Calificación: 4/10