Por Sofía Luna Roberts
Con el correr del tiempo, se torna indispensable la enseñanza y el aprendizaje sobre la historia de nuestro país. A pocos meses de cumplir 40 años de democracia ininterrumpida, también es necesario escuchar las historias de esas personas que fueron invisibilizadxs y apartadxs durante años en los relatos tradicionales y manuales académicos. Es importante el conocimiento sobre los hechos históricos que marcaron el levantamiento de nuestra Argentina tan querida. Siguiendo esta línea, el director Francisco Civit nos presenta una obra sobre personajes femeninos poco visibilizados en la historia de las Islas Malvinas. “Voces de Malvinas” se exhibe todos los viernes a las 20.30 en El Crisol Teatro (Malabia 611, Villa Crespo).
Ni bien ingresamos a la sala, tres actrices (Rosario Albornoz, Natalia Olabe y Marta Pomponio) nos esperan y observan a que nos sentemos para poder escucharlas atentamente. El espacio se nutre de armoniosas canciones que nos van guiando durante todo el relato de la obra. Las letras y melodías nos ayudan a comprender los sucesos y sentimientos de estas protagonistas que muy pocas veces fueron escuchadas. Frente a nosotros, los espectadores, se nos presenta una escenografía muy particular y acorde a las necesidades de la historia. Un perchero repleto de vestuarios que ayudarán a las actrices a convertirse en figuras históricas. El piso se llenará de materiales importantísimos tales como: cartas, documentos, imágenes. Estos elementos reflejarán los pensamientos y emociones de una generación que necesita ser recordada para no olvidar y reivindicar nuestras luchas como sociedad dándole origen a la soberanía nacional.
Las actrices dan el cuerpo y mutan en la piel de esas madres, esposas, hijas, hermanas que no participaron de la guerra pero que igualmente fueron afectadas. La ausencia, incertidumbre, el miedo y el terror fueron algunas de las sensaciones que se mencionan y se lloran. El abordaje histórico convertido en hecho teatral está muy bien manejado, ya que logra conectar con el espectador mediante la exposición de la crudeza y lo trágico sobre lo que sucedió en aquél 1982.
Con dramaturgia de Lucía Laragione, la pieza comienza a darnos una gran clase de historia que empieza en el año 1829 hasta el presente, utilizando una gran cantidad de información mediante distintos dispositivos: testimonios, documentos históricos, imágenes y pistas auditivas. Se nos invita a reflexionar e informarnos sobre las otras voces que también son parte de la historia de las Islas. A remover el polvo y llevar a la luz todas las investigaciones que también generan un lazo afectivo e irrompible con esas islas que forman parte de nuestra identidad nacional.