Crítica: Repulsion

Miramos a los ojos sin saber qué contiene la mirada.
El perfecto retrato del asco hacia los hombres hecho película.
Haga patria, mate a un ̶p̶a̶j̶e̶r̶o̶ hombre.

“Alguien debe ayudarla. Por favor alguien que la ayude.”

Pero el mundo (gente en bata que opina sin saber) llega demasiado tarde para eso.

El asco. La repulsión a una violación, a la usurpación y abuso de tu propio cuerpo por parte del victimario más asqueroso que te puede poner el mundo delante, un hombre.

Repulsión se reestrena remasterizada casi 60 años después su lanzamiento, publicitada como «la obra maestra de Roman Polanski», y eso es así, una total verdad.

La manicura Carol Ledoux, interpretada impecablemente por Catherine Deneuve, se queda sola en su casa ya que su hermana mayor se va de vacaciones unos pocos días a Europa con su nuevo novio, un tipo algo despreciable y casado con otra mujer. En esos días y por distintas situaciones esta repulsión de Carol se vuelve a disparar despertando desde su pasado, alucinaciones de violentos abusos por parte de hombres.

Esta obra maestra de Polanski es uno de los pilares y ejemplos de cómo debe filmarse el cine, y especialmente el cine de terror psicológico. Una obra visual. ¡No hay tiempo para explicaciones! Y si el padre del terror psicológico no filmaba cabezas hablando, no sé en qué momento del cine pasó a ser el estándar de este subgénero los diálogos explicativos con la nueva etiqueta de «cine de terror inteligente». Repulsión y vergüenza debería darles.

Repulsión es una crítica al mundo, un mundo machista levantado por machistas para que puedan ser todo lo idiotas (machistas) que quieran sin importar consecuencia alguna, que retrata la soledad de una joven mujer en respuesta a eso. Carol trabaja en un salón de belleza femenina, una industria que intenta venderle a las mujeres la necesidad de ser siempre perfectas y hermosas, ¿Para los ojos de quién? Así es, para los ojos de los hombres. Y esas costumbres están tan intrínsecas en todas que las mujeres que atiende Carol, que no son jovencitas en búsqueda de ser lindas para encontrar al hombre ideal que se fije en ella, más bien todo lo contrario, son señoras coquetas de avanzada edad que ya tienen esa rutina de vida asumida como propia, por culpa de los hombres, esos que saben poco más que hacer chistes de mujeres cuando se juntan después del trabajo.

La joven Carol sale de trabajar y no puede pasear tranquila por la ciudad sin los piropos o densas miradas de los hombres. Tampoco puede sentarse a almorzar tranquila sin que ninguno de estos se acerque a querer invitarla a una cita o querer pagar su comida y pese a los continuos rechazos que les pone, los hombres siguen ahí, persiguiéndola, persiguiendo su cuerpo.

Polanski utiliza cada una de las herramientas audiovisuales que el lenguaje cinematográfico puede darnos para adentrarnos en el descenso a la locura de la protagonista. Es oscura pero brillante. Una puesta en escena tan ‘simple’ como pensada y efectista. Incómoda y potente, retrata lo que quiere retratar de una manera sublime, con escenas surrealistas que nos mete en el deterioro psicológico de la agrietada y herida mente de la protagonista, tan agrietada como su propio hogar.

Sí, la protagonista (una mujer) hace lo que hace pero, ¿Por qué lo hace?, ¿En respuesta a qué y a quién? ¿Es culpable de sus hechos, pero es también culpable de ser víctima?

Nos podemos quedar horas y horas, días y días escribiendo sobre esta película y cada uno de sus planos, escenas y secuencias, además de cómo su autor utiliza el cine para crear esta experiencia, que en todo aspecto destaca por separado y en su conjunto. Así que mejor que escribir o leer es ir al cine. Oportunidad única para ver esta obra maestra en la gran pantalla.

Calificación: 10/10
Por Julián Lloves para La Butaca Web.

Deja un comentario