Reseña: Yo no duermo la siesta



Por Gonzalo Brizuela

¿De qué están hechas las siestas de la infancia? ¿Cómo se interpretan los silencios y los juegos bajo el sol? Estas preguntas resuenan en la atmósfera creada por Paula Marull en su obra «Yo No Duermo La Siesta». Marull nos sumerge en una época y un lugar llenos de inocencia y descubrimiento, donde los recuerdos infantiles cobran vida con una intensidad conmovedora. La obra se presenta en el Teatro Astros, ofreciendo funciones todos los lunes a las 20:00 hasta el 01/07.



La obra es una evocación poética de la niñez en un pequeño pueblo argentino. La trama gira en torno a una tarde a la hora de la siesta en la que dos amigas, durante un verano caluroso, exploran su entorno mientras la empleada doméstica intenta mantener el orden en un hogar lleno de amor y conflictos cotidianos. Marull logra transmitir la esencia de esos días interminables y soleados donde la imaginación es la protagonista.

La historia fluye a través de un juego constante de miradas, susurros y risas, capturando la esencia de los momentos compartidos entre los habitantes de la casa. El guión es una danza de emociones, que se despliega con una naturalidad y una verdad que toca el corazón del espectador.
Los personajes, son el corazón de esta obra. Cada actor aporta una autenticidad y una calidez que hacen que sus historias sean profundamente creíbles y conmovedoras. La interacción entre ellos está llena de matices, reflejando las complejidades de las relaciones humanas. La escenografía y la iluminación complementan perfectamente esta atmósfera, creando un entorno que es tanto acogedor como evocador. La obra también toca temas profundos los cuales, Marull, maneja con una delicadeza que permite al público reflexionar sobre sus propias experiencias y recuerdos de la infancia.

«Yo No Duermo La Siesta» es una obra que invita a la introspección y a la empatía. Paula Marull ha creado una pieza que logra capturar la esencia de los lazos que nos unen y la fragilidad de las emociones humanas con una sutileza y una profundidad que pocas veces se ve en el teatro contemporáneo.

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