Peligros marcianos más humanos que nunca
Por Alejandro Corell
El horror espacial vuelve a estar de moda, nena. En menos de dos años hemos sido testigos tanto de la vuelta a escena de Dead Space y del fracaso de su “sucesor espiritual” como de la apuesta de muchos pequeños equipos por hacerse un hueco en las aventuras centradas fuera de la superficie terrestre. Yo, como fan del género, no podría estar más contento. No hace falta esperar mucho entre título y título si lo que queremos es disfrutar de viajes espaciales, centrándose la mayoría en el terror.

No cuesta mucho darse cuenta de que la mayoría de los títulos de este tipo apuestan por el survival horror o alguna de sus muchas permutaciones. De una forma más o menos centrada en la acción, la gestión de recursos, la exploración del entorno y la resolución de puzles suelen ser elementos siempre presentes en estas obras. De hecho, eso es lo que esperaba encontrar en Fort Solis la primera vez que escuché hablar de él. Podría haberme informado al menos un poco antes de formar mi juicio, pero el tiempo corre y no estamos para perderlo, así que la imagen de “otro Dead Space” se quedó fijada en un pequeño rincón de mi mente, el trastero olvidado de la memoria a largo plazo.
Así pues, cuando me calcé las botas de Jack y me dirigí a responder la señal de emergencia que provenía del viejo Fort Solis, tuve que pasar por un pequeño periodo de adaptación para entender que era lo que estaba jugando. En Fort Solis no tenemos, ni mucho menos, un survival horror. Tampoco un juego de terror, ni uno de acción. Lo que el equipo de Fallen Leaf ha cocinado es una suerte de mezcla entre una aventura gráfica y un walking simulator. Una fusión peligrosa, que no termina de cuajar puesto que arrastra muchos de los problemas de ambos tipos de juegos.

En cuanto a las taras cargadas por parte de las novelas gráficas, rechina principalmente lo scriptado de la situación. Para avanzar y desentrañar el misterio detrás de Fort Solis, tendremos que conseguir, principalmente, abrir muchas puertas. Para ello no hay mucho sitio para la lógica, sino que tendremos que interactuar con los elementos del entorno en un orden concreto, muchas veces indeductible de forma racional, lo que provoca que gastemos más tiempo tocando cosas por tocar que realmente pensando para que pueden ser útiles.
Respecto al walking simulator, Fort Solis destaca por no terminar de controlar el ritmo en el que se ha de contar una historia para que resulte entretenida. La trama detrás del título, pese a no ser novedosa, quedaría perfecta en una película alternativa de bajo presupuesto de una hora y media de duración. Si bien no tardaremos más de cuatro horas para completar este viaje, creo que sobra al menos una de ellas, como poco. Tras un arranque dinámico, son varios los momentos en los que el título avanza mucho más lentamente de lo que debería, recargándonos con detalles e información que, si bien ayudan a generar un amplio contexto, resultan innecesarios delante de la narrativa general y lo críptica que intenta ser.
Dentro de este desarrollo lento, el mayor problema radica en la velocidad de movimiento, que se comporta ajena a los deseos del jugador y va cambiando su cadencia en base a la situación. En muchas ocasiones, nos movemos excesivamente lentos. Lo que como base es de por sí un problema, puesto que hace que explorar se convierta en una tarea más tediosa de lo que debería, se combina con un mapa muy poco intuitivo, que en muchas situaciones no hará sino que desorientarnos. Avanzar más de la cuenta, para darse cuenta demasiado tarde de que por ahí no era es un castigo hacia el jugador carente de sentido. Soy capaz de perderme en mi propia casa, lo reconozco, pero cada vez que he tenido que desandar cinco o diez minutos de recorrido he pensado en dejar de jugar al título con más frecuencia de lo que debería.

Aún así, la corta duración del título junto a su excelente apartado técnico hace que estos males pesen menos y la experiencia final sea cuanto menos, agradable. El nivel de detalle de los personajes, entornos y la calidad del doblaje consiguen atrapar al jugador cuando “pasan cosas”. Aprovecho la ocasión para destacar el sonido ambiental, capaz de trasladar tu mente a lo más profundo de una estación minera perdida en medio de Marte.
El espacio es infinito y alberga horrores. No obstante, no hace falta irse muy lejos para cruzarse con ellos. Fort Solis demuestra que la propia esencia humana es suficiente para horrorizarnos, tan peligrosa como podría serlo una reina xenomorfa. Siendo la primera producción de Fallen Leaf, sirve como muestra del posible potencial del equipo. Pese a que puede pecar de avanzar muy lentamente, sirve como una buena historia de terror marciana.
Calificación 6.5/10