Crítica: Juega o muere

Por Jorge Marchisio

Llega otro jueves de estrenos y de nuevo, llega una película de terror a nuestras salas. Esta vez la más “importante” es Juega o Muere, que trae un par de caras conocidas como las de Natalia Dyer o Asa Butterfield. Veamos de qué va este estreno.

La historia se sitúa en Salem, donde todos ya sabemos que pasó en la época de caza de brujas. En la actualidad, una familia disfuncional pasa sus días como puede; con los hermanos mayores (ella y él) teniendo que cuidar a su hermano menor mientras la madre trabaja casi a tiempo completo. Tras encontrar un extraño cuchillo en una cabaña abandonada; el menor de esta familia querrá jugar un macabro juego.

¿Por dónde empezar a destrozar este completo desastre? Porque la verdad, si me preguntan que le destaco a Juega o Muere, es que dura poco y ya. Bueno, y que la fotografía de pueblito perdido en el medio de la nada donde se sabe que algo malo va a pasar en cualquier momento; está bien lograda. Pero el resto…

Empecemos por la saturación de clichés que tiene la película. Desde los constantes jumpscares que a menos que se sea un novato en esto de mirar cine de terror, dudo que en pleno 2023 sigan asustando a alguien. Desde los planos, la música y el comportamiento de los personajes, vamos a ver venir estos supuestos sustos varios minutos antes de que sucedan.

Y mejor ni hablemos de las actuaciones. Si, tenemos dos caras conocidas encabezando la cinta, pero eso no significa nada. A Natalie Dyer solo la vi en Stranger Things (y su personaje se me hace insoportable), pero si eso y esto es lo que tiene que ofrecer la chica como actriz, mal vamos. Mientras que Asa Butterfield demostró en Sex Education que, sí puede dar un poco más, pero no es este el caso.

Poco más puedo agregar de Juega o Muere, porque la verdad no vale la pena tanta reseña, ni que ustedes lean tanto. Es una mala película, y sorprende más aún que hayan hecho tantas cosas mal, en apenas una hora y cuarto de duración. Un despropósito.

 

Calificación 3/10

Lo bueno: que dura poco, la fotografía.

Lo malo: la trama, actuaciones genéricas, plagada de clichés.

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