Por Juan Esteban Fernandez
¿Cómo es el dolor silencioso del aborto? ¿Cómo es llevarlo por toda la vida? ¿Cómo es hablarlo con tu familia, amistades, círculo cercano sin que te critiquen o juzguen? ¿Cómo es la experiencia de pasar por un centro o clínica clandestina? ¿Qué experiencias se unen cuando mujeres de distintas edades y clases sociales han vivido esto?

Esto es lo que plantea Esa casa amarilla, una película/documental que retrata la historia de mujeres que vivieron el proceso del aborto clandestino en lugares donde la muerte era tratada según el precio a cobrar.
El Argumento:
Comienza con dos amigas que van recorriendo las calles de Buenos Aires buscando lugares donde vivieron, lugares que le traen recuerdos, lugares donde viven personas que conocieron. En el recorrido van tocando temas sobre la cotidianidad y recuerdos, hasta que, en un salto medio tenso, comienzan a hablar de ese pasado y de esa historia que las une.
Una historia que es delicada, que sigue siendo tabú en algunos sectores y que ha marcado un antes y un después en muchas mujeres.
En el transcurso de la película van entrevistando a diferentes mujeres de distintas edades que van contando sus historias, sus miedos y la fuerza que les llevo a cada una bajo ese secreto que, para ellas, ahora no lo es.
Abortar.
Cada una tiene una mirada distinta, un pensamiento distinto, un ideal distinto, una vida distinta, una situación distinta. Cada una sabe porque lo hizo y en esta suerte de confesión tipo entrevista, cuentan sobre cómo fue vivir ese momento o esos momentos en un lugar clandestino, en un lugar donde la muerte tiene el valor de lo que se paga y que no mide la consecuencia de lo que puede pasar.
En este recorrido, las protagonistas viajan a Italia donde ahí se reúnen con mujeres que vivieron lo mismo años atrás, en otras épocas más cerradas que las de ahora y, ahí en la comodidad de un sofá relatan sus historias no para rememorar ese momento, sino, para dar un testimonio de lo que es pasar por un lugar donde quizás, no salgas con vida.
Lo bueno:
Todo.
Y a que me refiero con esto; las escenas dentro y fuera del auto, la fotografía, las voces en off (muy bien puestas en los momentos adecuados), cortes y transiciones, los juegos de cámara y por sobre todo la historia general y como la fueron abarcando, las actuaciones sencillas e impecables y la canción que acompaño a la película.
Lo malo:
Nada.
Esa casa amarilla estará desde el jueves 8 de febrero en el cine Gaumont. Apta para todo espectador.
Clasificación: 10/10
Dirección: Marina Vota/ Valeria Ciceri
Duración: 71 minutos