Por Sofía Luna Roberts
Vidas pasadas dirigida por Celine Song, es una película que explora temáticas como el amor, los reencuentros, el destino y las decisiones que tomamos durante nuestras vidas. La historia gira en torno a la relación entre Nora (Greta Lee) y Hae Sung (Teo Yoo), dos amigos de la infancia que se separan cuando la familia de Nora emigra de Corea del Sur a Canadá. Tiempo después, retomarán el contacto, casi por casualidad, en donde se enfrentarán a sus sentimientos pasados y a las diferentes vidas que han construido.

Celine, en su obra autobiográfica, se atreve a preguntarse (y preguntarnos) ¿Qué suceden con todos los caminos que NO tomamos? El famoso “Qué pasaría si…” está presente en todo el relato, ya que la duda e incertidumbre forman parte de la gran narrativa que la directora decide tomar. La falta de diálogos, los extensos planos – secuencia, las miradas que dicen todo y los silencios incómodos son algunos de los recursos utilizados que hacen de la película algo más íntimo y conmovedor. Celine logra capturar la complejidad de las relaciones humanas y las emociones que surgen al reencontrarse con un amor que lo teníamos resguardado en nuestro pasado. Habla de los diferentes caminos que nos puede llevar el destino y de la cantidad de posibilidades que tenemos a la hora de tomar una decisión.
Es interesante el trabajo actoral del personaje de Nora ya que, desde el principio de la película, su identidad se encuentra divida. Desde su cambio de nombre al emigrar hasta sus vínculos amorosos, Nora está hecha de todas las decisiones tomadas y todas las decisiones que dejó atrás. Su cuerpo migrante se encuentra lleno de fronteras, nostalgias, esperanzas, dudas y anhelos con los cuales genera una cierta distancia y pelea con ella misma reflejadas durante todo el film.
El pasado y el presente se entremezclan, pero sin perderse uno del otro, ya que forman parte de la construcción de los personajes y nos invitan a explorar la historia de cada uno. Como espectadores nos sentimos interpelados debido a que la película no nos hace odiar o amar a alguien por sobre el otro. Sino que nos posiciona en ese “entremedio” en el cual Nora está situada, haciéndonos comprender los matices y grises que cada personaje va sintiendo. Podemos convivir con las decisiones que toman porque, en algún momento de nuestras vidas, todos fuimos esos personajes que están muy humanamente construidos.
Vidas pasadas es un film estéticamente atractivo, con interpretaciones muy sólidas y con una conexión directa con el público gracias a sus tiempos narrativos, a todo lo que no se dice, pero se siente, y a la honestidad y complejidad con la que se desarrolla el núcleo de la historia.
Calificación 8/10