Por Daniel Alvarez
El dios derrocado
Los tiranos siempre se han creído dioses, más aún los monarcas; el creer que tienen un derecho divino a gobernar una nación solo por la sangre, ha creado imperios pero también su propia destrucción.

En 1917 el gran imperio de los zares cae mediante dos revoluciones el mismo año, a partir de ese momento el mundo cambiaría para siempre. La revolución no acepta a los dioses; esto plantea Raúl Meoz en su obra «Un dios olvidado».
«Nicolás, el emperador, se encuentra inmerso en una guerra que trae la desolación en sus dominios. Debido a la
hambruna y miseria, poco a poco florecen revueltas en su
imperio, por lo que tiene que decidir si les hace frente o si las ignora para mantener la burbuja en la que vive».
La obra dirigida por Andrés Machillanda está encabezada por un elenco joven y prometedor: Julián La Regina, Marcos Luquin, Valentín Sabbatiello De Isla y Tomás Scheifer son los actores encargados de interpretar este hito histórico.
En una hora se resume la Revolución Bolchevique y la caída del Zar Nicolás II mediante un libreto cargado de poesía, referencias históricas y dramatismo. Los actores tienen la agilidad para cambiar de rol en un segundo y darle más contenido a la obra.
Un dios olvidado contiene la intensidad que se necesita para llevar este hecho, su dirección tiene fuerza y eso se demuestra en el dominio de los actores y su lenguaje corporal. La puesta en escena es simple pero bien optimizada. Los cambios de vestuario dan al toque para el cambio de personaje y el libreto de Raúl Meoz es plausible.
Un Dios olvidado está disponible los sábados a las 21:30 en el Teatro Tadron.