Por Sofía Luna Roberts
La pieza teatral Souvenir de Mar, escrita por Rocío Agrasar y dirigida por Gustavo Pardi, es un unipersonal protagonizado por Alan Madanes. Nos sumerge en un viaje introspectivo de recuerdos y emocionales ligados a ese primer amor que desborda y nos lleva por delante sin darnos cuenta. Este montaje intimista revela, a través del único personaje en escena, un mundo de nostalgia y anhelos, donde el concepto de Mar se convierte en un símbolo de libertad y de conexión con algo (o alguien) más profundo y perdido en el tiempo.

La obra empieza con el personaje de Francis, sentado frente a nosotros. Comienza a contarnos el momento exacto en el que conoce a Mar, un pibe medio funky, el cual se enamora perdidamente y lo revuelca como una ola haciéndolo perderse, por primera vez, en las profundidades de su propio ser. Francis evoca y conmemora esos momentos que fueron, pero ya no están, nos habla desde la nostalgia y la melancolía del pasado.
Alan Madanes nos ofrece una actuación poderosa, muestra una sensibilidad única capturando la esencia de un personaje atrapado en una especie de diáspora emocional. La habilidad del actor para moverse entre registros de vulnerabilidad y contención resulta fundamental para sostener la carga dramática de la obra. A través de su recorrido en el espacio, sus pausas y movimientos, logra transmitir el peso de los recuerdos dotando a éste personaje de una humanidad palpable y de una tristeza evidente.
La dramaturgia de Rocío Agrasar se caracteriza por una poética que combina lo melancólico con lo evocador, en una narrativa fragmentada que acompaña al personaje en cada pensamiento y añoranza. La dirección de Gustavo Pardi, contribuye a una atmósfera íntima; opta por una escenografía minimalista y una iluminación tenue y variada que enfatiza el carácter introspectivo de la obra. Los espacios y objetos en escena adquieren un rol casi simbólico, ayudando a construir una narrativa visual que acompaña los silencios y pausas del texto dramático. Este tratamiento escénico permite que el público experimente la sensación de estar inmerso en la propia subjetividad del protagonista, en donde las luces se convierten en las sombras del propio Francis y los sonidos sutiles pero invasivos nos asechan constantemente.
Estos elementos escénicos ayudan a mantener la atención del público en la atmósfera simbólica de/del Mar. Es interesante la posible doble interpretación sobre el concepto Mar debido a que aparece, no sólo como un personaje, sino también como un espacio físico y lugar emocional en donde Francis vuelve una y otra vez.
Souvenir de Mar evoca imágenes y sensaciones que nos llevan hacia la contemplación del pasado desde una perspectiva poética y emocional. A través del monólogo, logra que el espectador se sienta inmerso en la nostalgia y en el anhelo de reencontrarse con el propio “Mar” de cada uno: aquello que simboliza lo que no pudo ser o lo que alguna vez perdimos pero que, al mismo tiempo, nos hizo crecer.