Por Sofía Luna Roberts
_Entre Piazzolla y Ravel_ son tres obras del repertorio del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín que rinde homenaje de dos grandes referentes musicales universales: Ástor Piazzolla y Maurice Ravel. Las piezas del programa fueron creadas por coreógrafos consagrados para la compañía y que cuentan con numerosas presentaciones en su historia. Se estará presentando de jueves a domingos a las 20 h, hasta el sábado 7 de diciembre (del 21 al 24 de noviembre no habrá funciones) en el Teatro Presidente Alvear (Av. Corrientes 1659).

La obra demuestra el minucioso trabajo de repositorio que se realizó para desentrañar las distintas capas de significados y emociones presentes en cada movimiento y reconvertirlo en algo nuevo. Cada pieza coreográfica posee un lenguaje propio, una estructura precisa y nos deleita con una intención artística que fueron restauradas con mucha fidelidad a las originales, pero que también realizaron un detallado trabajo de adaptación para resonar con los bailarines de esta generación. Es admirable la manera en la que cada pieza adquiere nuevas dimensiones, no sólo en términos coreográficos sino en la interpretación, las emociones y los contextos que la alimentan.
La primera obra del programa se titula _Bolero_, una coreografía de Ana María Stekelman sobre la música de Maurice Ravel. La coreógrafa nos ofrece un lenguaje que se siente íntimo y experimental. En este contexto, la música de Maurice Ravel se convierte en un vehículo para explorar una estética casi teatral, donde los cuerpos rígidos narran historias fragmentadas, llenas de simbolismos. _Bolero_ se caracteriza por su ritmo hipnótico y en constante repetición de un mismo motivo rítmico y melódico. Se destaca por su construcción orquestal, ya que comienza de manera casi individual y, a lo largo de toda la pieza, se va enriqueciendo gradualmente mediante la adición de nuevas capas de instrumentos y, a su vez, va aumentando de intensidad. Destaco el vestuario de la obra, ya que esas líneas horizontales que se impregnan en los cuerpos también se ven reflejadas en los movimientos notorios y segmentados; sin dejar lugar a otra cosa no sean las notas bien marcadas de la percusión en conjunto con los pasos de los bailarines.
La segunda pieza _Ahí viene el Rey_, a cargo de Ana Itelman y con música del compositor Ástor Piazzolla, nos brinda una reflexión más profunda sobre la fuerza coreográfica en tiempos de transformación, replanteando la figura masculina en el tango. La pieza es un fragmento de la obra Ciudad nuestra, Buenos Aires estrenada en 1968, está inspirada en los versos de _Poeta al pie de Buenos Aires_ de Fernando Guibert, evocando el espíritu vibrante y único de la ciudad porteña. Se trata de un solo que nos induce a un momento íntimo y sintético. Ese varón sin rostro, en soledad, que baila con la vista al piso es un tópico que subraya la tanguedad del compositor.
El programa cierra con una tercer obra llamada _Estaciones porteñas_, coreografiado por Mauricio Wainrot en donde damos cuenta de una mirada más moderna tendiendo un puente entre el pasado y la actualidad. El uso de la música de Ástor Piazzolla potencia un lenguaje coreográfico visceral, cargado de emociones que evoca la intensidad del tango desde una perspectiva abstracta. La coreografía se destaca por sus líneas limpias y composiciones grupales armónicas que capturan una sensación de constante movimiento y fluidez. A través de duetos y conjuntos, Wainrot aborda la tensión entre el deseo y la melancolía, pilares de la tradición tanguera, pero despojados de la literalidad.
Entre _Piazzolla y Ravel_ es un homenaje a la riqueza del ballet contemporáneo argentino, en donde se vislumbra una celebración a su tradición como a su capacidad de reconfigurarse. La obra no sólo pone en valor al lenguaje coreográfico como una forma de expresión artística, sino también como un puente que conecta épocas, estéticas y generaciones de intérpretes.