Crítica: El cinturón de Olivia



Jeremías Magnaghi Rudy nos sorprende con su ópera prima, El cinturón de Olivia, una curiosa y efectiva película argentina que se atreve a explorar un concepto tan complejo como el multiverso y lo aterriza de forma brillante en un barrio del conurbano bonaerense. El resultado es una historia de ciencia ficción muy bien lograda que, con un planteo profundo pero simple, también reflexiona sobre la amistad y las decisiones que forjan nuestro destino.


La protagonista, Olivia, es una estudiante de astrofísica que prepara una tesis para demostrar la existencia de universos paralelos. Su investigación se entrelaza con su vida personal cuando se ve obligada a reencontrarse con sus dos mejores amigos, de quienes se había alejado por traumas del pasado. Es durante una fiesta en el barrio donde este fenómeno se manifiesta, sumergiendo a los tres en una fascinante exploración de las diferentes vidas que podrían haber vivido.


La magia de la película reside en el descubrimiento paulatino de estos escenarios. Sin revelar demasiado, los personajes se encuentran cara a cara con las posibles versiones de sí mismos, debiendo elegir conscientemente si desean quedarse en su realidad actual o explorar un camino alternativo.


Uno de los mayores aciertos del film es su guion. Está tan bien planteado que no necesita de grandes recursos cinematográficos para explicar su premisa. No se trata de que la película se «arregle» con lo que tiene, sino de todo lo contrario: sus escenarios están cuidadosamente diseñados para contar un relato de ciencia ficción que encaja a la perfección en la cotidianidad de estos tres amigos.


Otro punto fuerte son las actuaciones. El trío protagónico, formado por Agustina Cabo, Carolina Kopelioff y Manuel Ramos, tiene una química en pantalla que hace creíble su amistad, tanto en los buenos momentos como en los de tensión. El personaje de Olivia es el que se desarrolla con mayor profundidad; su creencia en los mundos paralelos no es solo una idea científica, sino una esperanza personal de que, en otro universo, sus pérdidas podrían haber tenido un destino diferente.

En definitiva, Jeremias Magnaghi Rudy nos regala una curiosa pieza cinematográfica que, además de entretener, invita a la introspección y deja una sensación muy gratificante. Es una película que nos hace dar ganas de ver mas producciones de este calibre en nuestro cine, demostrando que la originalidad y la audacia son los verdaderos pilares de una gran obra.


Calificación: 9/10

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