Con un Teatro Vorterix a tope y una atmósfera cargada que rozó lo eléctrico, Lola Índigo aterrizó en Argentina este 2 de octubre con su Nave Dragón Tour, dejando un mensaje resonante. La artista granadina ha trascendido el mero pop urbano para consolidarse como una verdadera contadora de historias y creadora de mundos. Su espectáculo, astutamente dividido en tres segmentos —La Bruja, La Niña y El Dragón—, fue un recorrido vibrante por más de veinte canciones, una muestra rotunda de su versátil y exitoso repertorio.

Un Viaje por Tres Etapas
La estructura en tres actos condensó las distintas fases de su trayectoria, ofreciendo al público una inmersión completa en su universo musical. El comienzo fue una descarga de energía sin tregua: desde los primeros beats de «an1mal», la sala estalló. Siguieron temas como «la santa», «mi coleta» y «discoteka», donde Lola desplegó su faceta más electrónica y urbana. Acompañada por un cuerpo de baile impecable, cada movimiento se magnificó en una puesta visual imponente, con la propia Lola siguiendo el ritmo con una intensidad arrolladora.
El segundo segmento marcó un regreso a los cimientos de Lola Índigo, con guiños a sus álbumes Akelarre y La Niña. Clásicos coreados como «mujer bruja», «maldición» y «santería» desataron la euforia colectiva, mientras tracks como «trendy» y «m a remix» pusieron a bailar a todo el recinto. Luego, la emoción tomó el centro de la escena con interpretaciones sinceras de «la niña de la escuela» y «memories», antes de sumergirse en un tramo de mayor introspección con «corazones rotos», «dragón», «high remix» y «perreito pa llorar».
Una Confesión a Corazón Abierto
A mitad de la velada, la cantante hizo un break para ofrecer algo más que un simple agradecimiento: alzó la voz. Conmovida hasta las lágrimas por la ovación y el cariño incondicional de sus fans, Lola se sinceró sobre las presiones de la industria y la necesidad de priorizar la salud mental, un llamado al merecido descanso para los artistas.
«Voy a tener cuidado con lo que digo, no vaya a ser que salga un titular que diga otra cosa. Ha sido un año extraño, llené estadios y no he parado ni un instante. Tengo que aprender a darme las gracias por lo que estoy logrando; estoy tan centrada en mis obligaciones que me he descuidado por completo y he dejado de quererme, de cuidarme,» compartió. Y sentenció: «Está bien detenerse si uno puede. Mucha gente quería que siguiera, ¡pero los mandé a todos a tomar por saco! Siento que no voy a poder dar lo mejor de mí hasta que no empiece a valorarme más a mí misma,» un discurso que hizo que el Vorterix se viniera abajo entre vítores de amor y respeto hacia la artista.
El instante cumbre llegó con un cierre demoledor: «mojaita» e «y n q n» mantuvieron al público en vilo hasta el último compás. Para coronar la noche, una versión extendida y emotiva de «la reina» puso el broche de oro a un show que trascendió lo musical: fue una experiencia integral, tanto audiovisual como emocional. Lola Índigo no solo dio un concierto, sino que ofreció una catarsis colectiva.
Gracias Df Entertainment por la invitación