El 17 de octubre, a tres años de su última presentación en el país, Guns N’ Roses puso el broche de oro a su regreso a la Argentina con un show final arrollador en el Estadio de Huracán. En el marco de su gira mundial “Because What You Want & What You Get Are Two Completely Different Things”, la banda, liderada por Axl Rose y con los fundadores Slash y Duff McKagan, demostró una vez más la vigencia y la potencia inigualable de su hard rock.

Durante casi tres horas, el público vibró con un despliegue demoledor que repasó más de cuatro décadas de rock. Clásicos inoxidables, gemas ocultas y baladas épicas se sucedieron, confirmando la alquimia única de sus miembros fundadores. La solidez de la performance fue sostenida también por las brillantes intervenciones de Richard Fortus en guitarra, Dizzy Reed en piano, y la fuerza del debutante Isaac Carpenter en batería.
La bienvenida no pudo ser más adrenalínica: “Welcome to the Jungle” desató la euforia, seguida de cerca por “Mr. Brownstone”, “Chinese Democracy” y “Bad Obsession”, sentando las bases de un recorrido vertiginoso por toda su discografía. El primer tramo se completó con “It’s So Easy”, “Slither” y “Pretty Tied Up”, mostrando las variadas facetas del universo Guns N’ Roses.
Los covers sumaron carácter y emoción al setlist: “Live and Let Die” de Wings encendió al público, mientras que “Never Say Die” y “Sabbath Bloody Sabbath” rindieron un emotivo homenaje a Ozzy Osbourne, generando una ovación. Canciones como “New Rose” y “Knockin’ on Heaven’s Door” se integraron como parte del ADN del grupo.
La intensidad se mantuvo con “Rocket Queen”, que incluyó un lucimiento de Slash con el talk box. La recta final estuvo cargada de emoción y destreza instrumental. “Don’t Cry” se transformó en un puente íntimo, con miles de gargantas cantando al unísono. Luego, con un giro propio, Duff McKagan tomó el micrófono para interpretar “New Rose” (de The Damned) y “Knockin’ on Heaven’s Door”. Axl sorprendió con una sentida versión de “Wichita Lineman” y la intensa “This I Love”, antes de adentrarse en la épica “Civil War”, que incluyó un guiño a Hendrix.

Tras el clímax de «Civil War», la banda reservó lo mejor para el cierre. Slash brindó un solo demoledor que sirvió de antesala al estallido colectivo de “Sweet Child o’ Mine”. “November Rain”, con Axl al piano, elevó el clima a un nivel ceremonial, seguido por la emotividad de “Street of Dreams”. Para la estocada final, la artillería pesada: “Nightrain” puso a todo el estadio en movimiento y “Paradise City” coronó la noche con una explosión de riffs, fuegos y aplausos.