Denise Gonzalez Ferrario
En esta oportunidad te acompaño a conocer un poco del espectáculo Elizabeth I, el musical de Nicolás Pérez Costa. A grandes rasgos se puede ver un equipo de trabajo de excelencia en el resultado general, creo que este es un buen resumen de lo que se ve en el show.

Sobre la obra, podemos decir que tiene una estructura simple, entretenida y directa, con muchos momentos de humor y simpatía. Se basa en la leyenda de la muerte de la princesa Elizabeth I de Inglaterra (reina Isabel en castellano, también llamada por su pueblo «la reina virgen»), y transcurre durante el momento de asumir su rol como reina. Según el rumor, la princesa fallece en sus primeros años de vida y se selecciona a un niño para reemplazarla, quien crecerá con la educación pertinente para cubrir este puesto. Llegado el momento de coronarse, la reina debe encontrar un pretendiente dispuesto a compartir su secreto para desposarla y continuar con su legado real.
La trama trae el debate actual de identidad de género, inserto en un momento de la historia en que no había lugar para tal conversación. Desde mi punto de vista se aborda con la simplicidad adecuada y apoyado en elementos artísticos llevaderos y amigables. En varios momentos surge la protesta del hombre que ocupa el lugar de la reina sobre su necesidad de ser quien quiere ser, mostrarse al mundo y ser libre. También se refleja el cómo la imagen que construyeron sobre él afecta incluso a las personas que conocen su secreto, que a estas alturas ya no pueden verlo como un hombre. Se torna interesante y, lo más importante, siembra en el espectador preguntas y planteos sobre la cuestión.
En cuanto a los intérpretes, el nivel de talento y calidad es alto. Los actores son histriónicos, los papeles están muy bien marcados y vocalmente se destacan sin duda. Utilizan el recurso de desdoblarse -la aparición de un mismo actor en diferentes papeles- obviando el hecho para impactar cómicamente, lo que se logra exitosamente.
La música de Pablo Flores Torres hace a la obra cobrar una marca propia. Se perciben canciones variadas, con influencias de distintos géneros musicales, lo que llama la atención del público y lo transporta a sensaciones y momentos particulares, desde lo profundo y emotivo hasta lo rítmicamente excitante.
La iluminación en el Teatro Regina es, como siempre, fabulosa y acompaña fielmente a la puesta en escena. La escenografía la describo muy sobria y concreta, se ajusta adecuadamente a todas las escenas. Los vestuarios de Fernanda Pérez Delgado envuelven a los personajes con la precisión de la época, especialmente a la Reina. Impactan y demuestran la calidad de su trabajo como diseñadora. Destaco los colores utilizados en cada ocasión, pensados para hacer brillar a los intérpretes.En conclusión, un show entretenido para todo público, tanto para fanáticos del musical como para espectadores que no asisten al teatro con frecuencia. Entretenimiento asegurado, una moraleja emotiva y talento de sobra a cada segundo, montado en un espacio que cuenta con todas las medidas de higiene necesarias para cuidarnos en el contexto actual.