Crítica: Venganza Implacable

Por Bruno Glas

¿Qué puede un cuerpo?

Desde 2008, Liam Neeson se ha reinventado como actor, convirtiéndose mayormente en un intérprete de películas de acción. Es por ello que no debe resultar raro que el título que se le puso a esta película en Argentina remita al film que lo llevó a ser casi una estrella del cine de este género: Taken fue en nuestro país Búsqueda implacable, y hoy Honest thief es rebautizada como Venganza implacable.

El título original, en verdad, se traduce literalmente como “ladrón honesto”. Esta honestidad se trasluce a poco de empezada la película. Ahí vemos al protagonista Tom Dolan comunicándose con el FBI para anunciar que él es el famoso ladrón al que apodaron “bandido”. Y no solamente revela su identidad, sino que también confiesa, sin pelos en la lengua, dónde escondió el dinero que robó a lo largo de tanto tiempo. Y el director incluso filma a Dolan llevando a cabo estos robos en una secuencia de montaje sumamente pacífica, donde las acciones y los movimientos del personaje son mínimos. Ahí se halla una de los aspectos más interesantes de esta película: el registro que hace de Neeson como un protagonista ya algo viejo, cansado; con una forma de moverse que no pretende la agilidad que tendría un actor más joven. Las escenas de pelea podrán mostrarnos un Dolan habilidoso y rápido para reacciona, pero también a alguien avejentado, que recibe golpes y que tiene dificultad para levantarse y para correr. La escena en que esto se hace más evidente es aquel en que se enfrenta a los agentes que lo persiguen en una casa. Luego de un breve tiroteo, uno de los agentes se escapa, y vemos a Dolan ponerse de pie adolorido. Toma asiento mientras respira agitadamente y se comunica con él, que ha logrado escapar. A esto le seguirá el momento más curioso de la película, ya que Dolan podrá hacerle frente a su enemigo, no a través de la honestidad que lo caracteriza, sino mediante una mentira que lo pondrá en jaque. Un antagonista, además, que se muestra como un agente de la ley absolutamente corrupto, en contraposición con la rectitud moral de Dolan.

En medio de la acción, también hay espacio para algunos apuntes humorísticos simpáticos, como un agente del FBI llevando un perrito a su trabajo. O ver a Dolan manejar un camión de dulces con un dibujito en una persecución.

Por cierto, no todo funciona en el film. El director tiene la necesidad, más de una vez, de detener la acción para caer en explicaciones innecesarias, que no aportan a la acción. Esto ocurre cuando se muestra al protagonista contando a su novia por qué se dedicó a robar, o en qué consiste su plan de entregarse a la justicia. Sin embargo, estos momentos resultan lo bastante breves como para no eclipsar la narración.

En una entrevista, Liam Neeson declaró que dejaría de hacer películas de acción, ya que está cansado y no se siente en condiciones de hacer proezas físicas. Se ve que la honestidad vale tanto para Dolan como para Neeson.

Calificación 7/10

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