Montaña que sana
En lo personal nunca he visitado el sur del país. Seguramente ustedes, quienes leen esta reseña ya saben cómo es. Más que fotos y testimonios, las ganas de estar en la cordillera son inimaginables. La fantasía de acampar con amigos y una fogata, las largas horas de trekking y el desconectarse de una ciudad que tanto agobia, es lo que imagino y sé que es el sur. Por suerte esta obra nos transporta a ese lugar.

«Lorena regresa a la ciudad que abandonó treinta años atrás. Su hijo, Tomás, la acompaña. Tocan timbre en la casa vecina, se reencuentra con Marina y Jorge.
Quizás, el reencuentro no es tan casual. La noche, el alcohol y los discos avanzan. El calor de los cuerpos se filtra en los recuerdos, las palabras se embriagan y todo comienza a ser una avalancha de sensaciones. Cada segundo adquiere la espesura de la eternidad. Esta noche el amor, el deseo, la vida y la muerte se contagian en cada mirada, cada brindis, cada risa, cada palabra, cada silencio, cada canción y cada foto». Es la sinopsis de la obra escrita y dirigida por Pilar Ruiz.
Carlos Portaluppi, Clarisa Korovsky, Juan Tupac Soler y María Inés Sancerni forman parte del elenco de esta obra. Bajo una escenografía conceptual y delicada, la cuál representa una casa de algún pueblo patagonico, construida con herrerías. Este espacio representa un cálido lugar de encuentro. Sin ventanas ni puertas, los actores irán de un lado a otro del escenario. Este espacio es gracias a Ariel Vaccaro. Lucia Feijoó se encarga de la iluminación la recrea a la perfección una noche del sur.
Este cuarteto de actores tienen una hermosa química para una historia que en primera instancia es tensa, llena de misterios e incertidumbre. Mediante silencios y miradas fijas, los personajes irán interactuando entre si hasta ceder ante la clara noche y el perdón del pasado. Pilar Ruiz escribe y dirige una delicada y entrañable obra donde la amistad y las estrellas fugaces australes son los protagonistas.
En Aire de Montaña las relaciones afectivas y de madre e hijo hacen enternecer al espectador sin endulzarlo, se vuelven muy humanas, haciendo que el resultado final sea transportar al espectador ante la calidez de una noche patagonica. Aire de montaña es el abrazo de la naturaleza y el perdón.
Disponible los martes a las 21 horas en el Espacio Galpón de Guevara (Guevara 326) Escribió Sebastián Arismendi para La Butaca Web.
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