Reseña: La Mudita



Por Sofía Luna Roberts

La directora y dramaturga Irina Alonso nos presenta una obra única: “La mudita”, un unipersonal escrito, dirigido e interpretado por ella misma. Que nos abre las puertas hacia la propia reflexión sobre el paso del tiempo, la nostalgia, la familia y los amores de toda una vida. “La mudita” se presenta todos los domingos a las 16 hs en el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (Celcit) situado en la calle Moreno 431.



La obra nos sumerge al interior de una peluquería de barrio en un día domingo 14 de Julio del año 1975, en donde nos encontramos a Inés Bianco, la tía abuela de Irina Alonso. Mientras Inés empieza a limpiar y ordenar las sillas, las revistas, levanta los ruleros que están tirados en el piso y quita el polvo de las mesas, nos comienza a contar pedacitos de su vida pasada. De una manera ingeniosa Inés nos aconseja sobre la vida, nos brinda sus experiencias con el amor o con el trabajo y, al mismo tiempo, nos da tips de belleza, de maquillaje y bienestar personal. Es interesante cómo en el relato, Irina logra complementar y unificar estos polos, es un ir y venir de consejos sobre la vida y sobre peluquería en general.

“La mudita” es una obra biodramática que da lugar a una historia tabú. Inés comienza a tener voz y habla que a través de una forma sutil, nos cuenta algunos hechos de violencia que sufrió por quien era su marido. En el interín intenta trabajar en su peluquería, atender a sus clientas habituales y es así como conoceremos su filosofía de la pulcritud, un refugio para mantenerse en pie a base de estudios de peluquería por correspondencia, nos muestra las revistas femeninas de la época y también nos invita a escuchar canciones significativas para ella en la radio. Pero los recuerdos, las emociones escondidas y la profunda tristeza empiezan a cobrar peso y, de esta manera, Inés pronunciará por primera vez la verdadera historia de su vida.

La escenografía nos brinda un espacio muy reconfortante para la trágica historia que vamos a escuchar. La peluquería se encuentra muy bien ambientada en los años ‘70, tanto las notas de las revistas que Inés nos lee, como los productos de belleza que pone sobre la mesa en forma de exhibición. La vestimenta es impecable, acorde a los colores brillantes y llamativos del espacio y, no hay que dejar de lado, la estupenda actuación de Irina Alonso. La interpretación de una historia tan familiar y conocida permitió un desplazamiento tanto en el espacio como en el personaje que deja a la audiencia con deseos de más. Logra generar una empatía muy directa con el público a través de chistes de la época, íntimos pensamientos de Inés sobre ciertas formalidades del trabajo o del amor, en donde el humor nunca faltó para que el relato sea más dinámico y ligero ante la escucha de los espectadores.

La directora nos invita a visualizar una obra basada en hechos reales, basada en su propia historia de familia y nos revela los secretos que sus ancestros se guardaron por tantos años y le prohibieron volver a hablar de ello. “La mudita” cobra vida en esta sala mostrándonos el valor y coraje, la constante lucha por la verdad y el deseo interrumpido del reencuentro con su más preciada persona.

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