Análisis: Call of Duty: Modern Warfare 2 para PC


No preguntamos antes de disparar, somos soldados


Es difícil hablar de la vuelta de Modern Warfare 2. Es difícil referirse a un tiempo tan cercano a la vez que distante, rodeado de tardes perdidas comiendo Doritos y picando a tus amigos a base de quickscopes. La adolescencia, la etapa dorada del periodo educativo (o eso dicen). La etapa dorada de YouTube también, donde muchos de los ahora grandes creadores de contenido debutaron gracias a compartir partidas de Call of Duty intercaladas con versiones en karaoke de Paradise. Es muy difícil hablar de la vuelta de una saga tan anclada a la memoria, y hacerlo sin dejarse llevar por la nostalgia, entendiendo la obligación de mejorar y mutar.


Es difícil, desde luego, pero no imposible, gracias al resultado final de Call of Duty: Modern Warfare 2, que cuanto menos, consigue hacerse respetar bajo todas las expectativas puestas a su espalda. No es la primera vez que volvemos a encontrarnos con la Fuerza Operativa 141, ya que hace pocos años disfrutamos de su vuelta en el reboot de la primera entrega de la saga, cuyo resultado no fue tan bien acogido como el de su continuación. En esta ocasión, una nueva versión del motor gráfico de Infinity Ward, IW 4.0 Engine, es el escogido para representar las nuevas misiones de uno de los equipos de asalto más icónicos del medio, logrando en ocasiones resultados sorprendentes, como los paseos por las calles de Ámsterdam, difíciles de diferenciar de los presentes en el mundo real.



De esta manera, nos encontramos con 17 misiones en las que disfrutaremos del desarrollo del equipo 141 en todo tipo de escenarios donde, sorprendentemente, priman las misiones de infiltración y sigilo por encima de los intercambios de balas a bocajarro y sin cuartel a los que acostumbramos en otras entregas. Por suerte para aquellos que disfruten del estilo más calmado como para los que busquen gritos y explosiones, todo el desarrollo estará acompañado de grandes mejoras en la inteligencia artificial de aliados y enemigos, que dota de humanidad y de perspicacia.
Donde esta personalidad brilla por su ausencia es en el contenido multijugador, el apartado estrella de la saga, ya que pese a incluirse modos de juegos más alejados del estilo habitual, la presencia de NPCs sólo sirve para marear. Están ahí, sí, pero su comportamiento se aleja sobremanera del visto en la campaña, pudiendo encontrar habitualmente enemigos que corren hacia delante en línea recta o miran impasiblemente al enemigo sin pensar en reaccionar si quiera. Pero más allá de estos inconvenientes, toda la rama PvP del título cumple con creces lo esperado.



El sistema de progresión de armas y niveles permite disfrutar después de cada partida de una satisfactoria sensación de mejora, lo que anima a darle click una vez más al botón de jugar para continuar con la fiesta, haciendo difícil la renuncia si además se tienen en cuenta la variedad y detalle de los mapas presentes actualmente, a excepción por supuesto de la carretera de Santa Sena (¿a quién le pareció buena idea un mapa lleno de recovecos y explosivos en potencia?). El sistema de respawns, así como el matchmaking siguen, una vez más, haciendo de las suyas, dando lugar a partidas totalmente desequilibradas donde poco más se puede hacer que asumir la derrota, pero vaya, llevamos más de una década acostumbrándonos a ello.
Pero estos inconvenientes quedan relegados una vez que montas tu arsenal preferido y te lanzas al campo de batalla. No hay trabas para dejarse llevar de la forma que más te apetezca. ¿Quieres correr con dos escopetas? adelante. ¿Te apetece combinar un lanzacohetes y una Deagle? claro mi rey. Eso sí, para hacernos con algunas armas será necesario estudiar, ya que no todas se desbloquean subiendo el nivel de personaje, sino que tendremos que jugar con armas determinadas y subirlas de nivel, nos gusten o no.
Un punto por destacar antes de terminar estas líneas es el audio del título. Más allá de la banda sonora, que sin ser una revolución auditiva sabe estar a la altura, el sonido y su distribución espacial sorprende notablemente. Es sencillo determinar con precisión el origen de las distintas fuentes sonoras, incluso sin contar con equipos de audio 7.1, además, destaca la claridad de estos efectos así como la intensidad y potencia que pueden llegar a transmitir en momentos de absoluto caos.



En conclusión, Call of Duty: Modern Warfare 2 se ha atrevido a mirar a los ojos a la entrega original y luchar por ofrecer una experiencia que pueda transmitir parte de aquello que una vez pudimos sentir, siendo consciente de los cambios necesarios para adaptarse al paso del tiempo. Si en algún momento disfrutaste de la saga original, pocas excusas necesitarás para volver a entrar una vez más, cuando el frente te llame. Somos el Uno Cuatro Uno, cabrones.

Calificación: 8.5/10

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