Por Sofía Luna Roberts
El cuerpo es el presente, lo esencial, lo finito; el cuerpo contiene en sí una memoria que muta a la par de su evolución. Observar esa transformación y reproducir diferentes versiones es lo que Marina Otero nos presenta en su obra teatral “Fuck me”. Siendo la tercera entrega del proyecto “Recordar para vivir”, en el que Marina se propone “construir una obra en permanente cambio como la vida” y que estuvo precedida por “Andrea” y “Recordar 30 años para vivir 65 minutos”. La obra se va a presentar los días jueves y viernes a las 21 hs en el Centro Cultural 25 de Mayo en Triunvirato 4444.

Marina Otero, directora y protagonista, se pone como objeto de investigación; su cuerpo es el centro de conocimiento a explotar. Las marcas que guarda hacen catarsis a partir de la potencia corporal de cinco intérpretes masculinos llevados a su máximo en escena. Ella se encuentra a un costado del escenario, sentada, con micrófono en mano y comienza a relatar su historia de vida. Los intérpretes se encuentran sometidos a la palabra de ella, ya que su inmovilidad no le permite estar en el centro del escenario.
Al principio podríamos deducir que la pieza teatral se trata de un biodrama, de una autobiografía escénica. En donde Marina intenta encontrar, en la vida real, formas teatrales y llevarlos a escena mediante la reflexión sobre la crisis de la realidad y los regímenes representativos que se ponen en juego a la hora de ficcionalizarla. Nos propone transitar su dolor sin dogmatismos ni síntesis estructurales. Sin embargo, mientras transcurre la obra, nos damos cuenta que la directora logra un cierto equilibrio entre la verdad y la falsedad. Se corre del lugar común del género biodrama para sumergirlo en la exageración de la verdad que se fusiona con tintes de la mentira. Pone en juego la autenticidad del relato mientras señala que la danza no es sólo movimiento, sino también un concepto.
En la estructura de la pieza se genera un lugar en donde convergen la danza, documentos, videos, textos y los testimonios incondicionales de los intérpretes y de Marina. El espacio es fragmentario, ya que hay una superposición de acciones que se desarrollan al mismo tiempo brindándole al espectador diferentes versiones y representaciones de la historia que se escucha. “Fuck me” juega y transita los bordes entre el documental y la ficción, la danza y la performance, el accidente y la representación. Posee un carácter performático muy marcado ya que trata de desmontar, de alterar el estatuto de representación moderna (comprendida como imagen – encuadre) por medio de la presentación del cuerpo vivo y la insistencia de su carácter de acontecimiento.
La obra indaga el paso del tiempo y cómo el cuerpo empieza a tener fallas. Tiene que ver con el profundo dolor de un cambio inesperado en la vida de Marina, que la obliga a plantear una suerte de despedida de cierta manera de vivir la danza. El movimiento se traslada al no – movimiento, logra bailar desde otra versión de ella misma debido a su evolución y cambio corporal. Es vista como un archivo lleno de recuerdos y documentos que sirven para reubicarse en la vivencia del aquí y ahora y aceptar lo que pasa. Nos despliega un universo muy contundente de mucha potencia, en donde podemos observar y escuchar respirar ese cuerpo vivo al decirnos “VIVAMOS EL PRESENTE”.