“Luces, cámara, acc… ¿se ha colado un zombi al plató?”
Es posible que Dead Island 2 se trate del título que más años llevo esperando. Esta expectación viene principalmente basada en el hecho de que el juego se anunció por primera vez hace casi una década. Desde entonces, el proyecto ha sido congelado y reanudado en multitud de ocasiones, lo que muchos seguidores percibieron como una señal de alarma, terminando por suponer que la cadena de frío se había roto por todas partes y que el producto final nunca llegaría a sus manos o, en caso de hacerlo, se trataría de un total desastre.

Sorprendentemente, ya hace unos días que todos tenemos en nuestras manos la posibilidad de acceder a esta sangrienta versión de Los Ángeles, con un resultado general cuanto menos, muy disfrutable. Dead Island 2 es producto de otro tiempo, eso está claro, por lo que muchas de sus mecánicas datan de títulos de anteriores generaciones. No obstante, el equipo de Dambuster Studios, responsable final de la llegada del juego a nuestras manos, ha sido consciente de la situación y de las características de Dead Island 2, por lo que, en lugar de luchar contra la corriente, ha optado por remar a favor y al menos intentar llegar a buen puerto.
La premisa con la que se da pie al desarrollo narrativo es bastante simple: nuestro intento de escape de Los Ángeles, después de que la ciudad sucumbiera al caos tras un brote del virus de turno, ha sido un total y absoluto desastre. De esta manera, quedamos atrapados en la ciudad, descubriendo por el camino que tenemos la suerte (o la desgracia) de ser inmunes a la infección. Como dijo el tío Ben, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Colgándonos la chapa de héroe, intentaremos utilizar esta ventaja a favor de la supervivencia de la humanidad. Para ello, tendremos que abrirnos paso, machete mediante, a través de infinitas hordas de cadáveres andantes. Prepárate para la fiesta, puesto que esto es principalmente, lo que vas a encontrar en Dead Island 2.

De la misma forma que en sus anteriores entregas, en Dead Island 2 se ha decidido evitar el mundo abierto. Alejándose del camino seguido por Dying Light (hasta ahora, el sucesor espiritual de la franquicia), avanzaremos por recintos cerrados, cada uno de ellos totalmente independiente al resto. Cada región de la ciudad contará con sus propias misiones, principales y secundarias, entornos, personajes y secretos. A cambio de esta decisión, nos encontramos con escenarios manejables, que evitan que el jugador pueda sentirse excesivamente abrumado y consiguen a la vez animarle a explorar, ofreciendo como recompensa nuevas y más poderosas armas principalmente.

Y es que todo se basa en el cacharro que lleves entre las manos. La base jugable de Dead Island 2 consiste en partir a cada zombi en la mayor cantidad de trozos posible. Encontraremos todo tipo de armas cuerpo a cuerpo, cada una con distintas características. Desde pesados martillos ideales para hacer tambalear al enemigo hasta afilados machetes diseñados para desmembrar al pobre desgraciado que se nos ponga delante. Cada tipo de arma se adapta a un estilo de juego y todos ellos son igual de válidos. No obstante, según el personaje que elijamos, encontraremos una cierta predilección hacia uno u otro.
Por si esto no fuera suficiente, en los distintos talleres podremos añadir todo tipo de modificaciones a nuestras armas. Con ellas, podremos potenciar los distintos tipos de daño o añadirles propiedades elementales. Si crees que tu katana no es lo suficientemente poderosa, quizás deberías probar a añadirle el poder del rayo. Y a ese bate de beisbol, le sentaría muy bien que lo empaparas en ácido ¿no crees? A través de estos cambios, así como de ciertos elementos del entorno, podremos convertir nuestras peleas en una lucha de elementos, donde la libertad a la hora de elegir si electrocutar, quemar, deshacer o desangrar a la horda que nos persigue se convierte en una de las bases de la de diversión del sistema.

Pero por encima de todo, lo que permite a Dead Island 2 sostenerse en un mundo que ya no reconoce como coetáneo es el hecho de que no se toma a sí mismo en serio en ningún momento. Hay una historia detrás, sí, pero tanto tú como yo sabemos que en realidad no importa. El fin del mundo puede esperar a que te canses de lanzar patadas voladoras a los enemigos que se acercan al acantilado. Existiendo objetivos que cumplir y un sistema de reglas que obedecer, no pasa nada si decides tomarte las normas por tu parte e intentar superar cada situación de la manera más inesperada posible. Aquí hemos venido a divertirnos, lo demás es secundario.
Esta guasa permite tomar muchos de los elementos más frágiles como males menores. Como, por ejemplo, el sistema de cartas y habilidades, que destaca por lo arcaico y poco funcional que se muestra. Podremos mejorar a nuestros héroes con distintas cartas que les ofrecerán ventajas en un campo u otro, pero realmente no obtendremos cambios significativos, ni seremos muy premiados al dedicar más tiempo de la cuenta a elegir las habilidades que mejor se adapten a nuestra estrategia de juego. El resultado final se traduce para muchas mejoras en obtener un numerito un poco más alto en la pantalla de daño. No obstante, el disfrute jugable gracias al sistema de desmembramiento y registro de golpes consigue que cualquier combate sea divertido y, sobre todo, tan sangriento que no tendremos ganas de fijarnos en minucias.

En conclusión, pese a que Dead Island 2 llega soberanamente tarde, ha sabido como encajar sus flaquezas para ofrecer una experiencia muy disfrutable en pleno 2023, experiencia que posiblemente podamos disfrutar igual de bien de aquí a cinco, o diez años. Puestos a cruzarnos con un título ya envejecido, que mejor que hacerlo con uno ya curado, que apunta maneras para convertirse en un clásico machacazombis. Dead Island 2 no me ha cambiado la vida, ni mucho menos. Tampoco influenciará al medio que tanto amamos ni le enseñará maneras, pero el tiempo que he pasado dando rienda suelta a mis instintos más violentos ha sido realmente divertido, que no es poca cosa.
Calificación: 8/10.