Ritmo que quiebra
Todos los jueves a las 20:30 en El Extranjero sucede “Pequeñas cosas que se quiebran”, obra ganadora del concurso de dramaturgia del FNA 2022, con una puesta inteligente que llega a los huesos y los hace retumbar al ritmo de la batería.

Tres mujeres en viaje por la ruta. Cada una con su historia, cada una con sus motivos para estar en ese mismo lugar, esa misma noche, atravesando la misma ruta, llegando a la misma estación de servicio. Las tres confluyen en un todo atravesado por la violencia, la muerte, el dolor y el (des)encuentro.
La dramaturgia ingeniosa de Juan Cruz Bergondi (también director) logra entrecruzar tres relatos aparentemente desconectados. A través de un juego de anticipaciones, repeticiones e indicios que se retoman en las otras historias, se desemboca en un mismo tiempo y lugar en donde todos los personajes se encuentran. Los relatos de las tres mujeres son como ecos de uno mismo atravesado por la violencia, el accidente, el (des)amor. Una batería marca el ritmo de la inminente tragedia que ya se huele desde el comienzo. El espectador entra en la sala mientras cuatro cuerpos bailan y beben en un antro, la oscuridad lo tiñe todo e instala desde el principio un clima opaco y tenso.
A destacar la inclusión de música y efectos sonoros producidos en vivo. Una batería se encuentra en el medio del escenario como un corazón que late al ritmo de las historias que tarde o temprano se encontrarán para desatar el horror. Mario Di Santo es quien maneja todos los instrumentos: percusión, guitarra y bajo. Él es también una suerte de narrador que interviene entre los relatos de cada una de las mujeres, es quien hila esta gran historia y le pone una pausa a tanta tensión.
Mariana Romagnano, Rocío Magalí Rivera, Matías Bertiche y Marina Jové son quienes encarnan y dan voz a estas historias desgarradas. Los cuatro quiebran esa pared de ficción, se dirigen directamente al público y enuncian para afuera eso que los ahoga. Entre la tensión se cuelan sutiles pasajes de humor que le dan dinamismo y un respiro a tanta oscuridad. Interesante la permeabilidad y disposición corporal y vocal que presentan los cuatro para entrar y salir de sus personajes y construir las imágenes que evocan en un escenario casi despojado de elementos.
La escenografía (Martina Nosetto) es austera, se limita a anclar ciertos espacios de referencia: un auto con dos sillones, un boliche con dos mesas y algunos vasos, una estación de servicio. Esta diferencia entre las historias se construye también gracias al gran diseño de luces (Fernando Chacoma) que crea intimidad, fiesta, oscuridad, exterior, lluvia. Dos líneas blancas de ruta atraviesan el escenario conectando todos estos espacios y generando una línea de horror que desemboca en el encuentro de las historias. El piso se llena de números de kilómetros a medida que los autos en viaje de cada una de ellas se acercan. El vestuario va dando cuenta del paso del tiempo: la fiesta, el sexo, el cansancio, la violencia dejan (y dejaron) huella sobre esos cuerpos y ropas.
“La realidad, de noche, pierde contorno”, suena la voz del baterista- narrador que da pie a una de las historias. El límite entre lo individual y lo colectivo se quiebra, se construye una red donde todos están conectados. En esta noche que se instala, los límites entre la percepción y la realidad se vuelven difusos. Un ambiente nebuloso donde todo puede pasar. El público se mantiene en silencio, cada momento puede ser determinante, cada dato importa para lo que se contará. El pasado toca la puerta y se choca con las otras historias. El tiempo se rompe. Lo que se quiebra es pequeño, tan pequeño como la vida. La última intervención dice “Algo de todo el amor y el dolor y la felicidad y el sufrimiento será alimento del futuro”, el futuro es la luz que emerge entre tanta noche sin contorno y gritos quebrados y llantos y dolor.
“Pequeñas cosas que se quiebran”- Teatro El Extranjero (Valentín Gómez 3378)– Jueves: 20:30 hs – Hasta el 30/03/2023
Escribió: Micaela Steinbach