Lo que se cuenta es simple: un adolescente con retraso madurativo, vive con su madre sobreprotectora, en un pueblito alejado de la capital, sin internet, ni televisión. Una sobrina adolescente entrará en la vida de esa madre con su hijo, y todos cambiarán.
Sabremos que Susana, la madre sobreprotectora, cría a su hijo sola y con mucho esfuerzo, ya que el padre de Juan los abandonó. Vemos a una mujer sólida, dura, estoica, nada sobra en esa casa sin faltar nada de lo importante. Conoceremos que Valeria, la sobrina adolescente, llegará a esa casa castigada por su madre (la hermana de Susana), porque le descubrió un cigarrillo de marihuana. Valeria estudia para ingresar a la facultad, posee una rebeldía tierna,
propia de su edad, quiere y respeta a su tía y a su primo. Fue enviada a su tía “del campo”, como castigo.
Descubriremos que Juan, también adolescente, es un niño grande, tierno y caprichoso, dulce y pletórico de su mundo, el de sus trenes, el juego que lo apasiona. Y ama a su madre, su dios protector, dios de tiránica ternura.
Lo que presenciaremos es como ese elemento catalizador, que es Valeria, ese tercero distinto, extraño, moviliza el capullo/mundo de la relación madre/hijo, interviene en esa simbiosis que brinda seguridad pero impide crecer, en un mundo sin nuevos desafíos. Primero surge el mutuo descubrimiento, la sorpresa,
la curiosidad ante mundos tan disímiles.Luego vendrá el rechazo, el límite, hasta que la lenta aceptación de aquello diferente subyugue con su encanto. Ésto se impondrá a los tres y los sorprenderá.
La escena coreografiada del baile que realizan Valeria y Juan, refleja la frescura del afán de descubrirse y compartir, la sensualidad de lo diferente, la alegría de construir algo juntos y verlo crecer, el juego.
Los tres descubrirán que el propio mundo, sin el contacto de otros mundos ajenos, es estable pero pequeño, asigna razón de ser pero llena de miedos. Comprenden que nada hay mas preciado que la libertad y la confianza de los otros en ti. Y la fe en uno mismo.
Las actuaciones sostienen la historia y le dan atractivo. Sobresale el trabajo de Guido Botto Fiora como Juan: minucioso, lábil e intenso. La escenografía de Isabel Gual: el comedor de una casa modesta, desplegado como una estación de trenes, resulta un hallazgo.
La dramaturgia y dirección de Lorena Romanin, bien escrita y mejor dirigida.
Ficha técnica:
Elenco: Silvia Villazur, Guido Botto Fiora y Luciana Grasso
Escenografía y vestuario: Isabel Gual (Laisa Wall)
Realización escenografía: Estudio WERKPLATZ
Coreografía: Juan Branca
Diseño de iluminación: Damián Monzón
Diseño gráfico: Fermín Vissio
Fotos: Male&Dapa fotos – Diego Mares
Producción: Casandra Velázquez | Puja Producciones
Prensa y difusión: Carolina Alfonso
Asistencia de dirección: Mariano Mandetta
Dramaturgia y dirección: Lorena Romanin
Funciones: sábados y domingos 20 hs. hasta el 17 de diciembre.
Duración: 70 minutos.
EL CAMARÍN DE LAS MUSAS
Mario Bravo 960. Reservas: 4862-0655.
http://www.elcamarindelasmusas.com/
Entradas: $ 250, $ 200 (estudiantes y jubilados con acreditación) y $ 150 (menores de 30 años presentando DNI).
A. R. BELANO