Crítica: Cara de ángel

Marlène (Marion Cotillard), es una mamá muy particular que vive con Elli, su hija de ocho años. Elli, es una niña muy dulce a la que la mamá le dice “cara de ángel”.

Se nos cuenta una historia sobre una familia fragmentada, conformada por una madre abandónica, con problemas de adicción y conflictos personales.

Marlene, arrastra consigo una gran tristeza y serios problemas afectivos que derivan en un comportamiento errático, voluble, incongruente y que busca tapar, de forma infructífera, con una vida alocada y promiscua.

Marlene, abandona de forma repentina a Elli, por un hombre al que conoce durante una noche de excesos. Elli deberá entonces valerse por sí misma para sobrevivir; es allí cuando se conecta con su vecino al que le pide que sea su padre, él no acepta pero la cuida. Despierta la sensibilidad y ternura del espectador, existen ciertos momentos claves que nos muestran que, a pesar de todo, entre ellas existe un fuerte vínculo afectivo que le da un soplo de aire fresco a este drama actual, profundo y conmovedor.

“Cara de ángel” es una de esas historias crueles que nos golpean la cara y elegimos ver de reojo o ignorar, estigmatizamos y prejuzgamos; suceden más a menudo de lo que creemos y considero que debido a eso no tomamos conciencia de estas tristes realidades que nos rodean. Lo interesante es que podemos asistir a un intercambio errático y enfermizo de roles madre-hija, asumiendo la niña, responsabilidades que poco tienen que ver con su edad y madurez.

Una niña sin niñez, con ojeras, resaca y cansancio, que soporta una realidad agobiante y absorbe diariamente los estragos de la relación.

Crítica: Laura Pacheco Mora.

Calificación: 8/10

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