Por Matías Dinardo
“Potestad” es un obra escrita por Eduardo “Tato” Pavlovsky en el año 1987 que tuvo su primera puesta en escena dirigido por Norman Brinsky y protagonizado por el propio Pavlovsky. Este hito teatral de hace más de 30 años, volvió a la cartelera porteña en una nueva versión nuevamente dirigida por Brinsky y, esta vez, protagonizada por una mujer: la gran María Onetto.
El texto toca temas como la represión, la tortura y la desaparición de personas desde un personaje masculino, un ex represor. María Onetto despliega, en lo que es su primer unipersonal, una verdadera audacia y naturalidad para moverse dentro de los cánones de este hombre, con una frescura propia que genera empatía con el personaje al que vamos descubriendo su lado terrible y oscuro. No hay pantomima, no se busca el realismo sino más bien crear capas de significado mediante una puesta escueta pero potente, con un vestuario maravilloso realizado por Renata Schussheim, que presenta una estética proveniente del teatro noh de Japón.
La grandilocuencia de la interpretación de María Onetto radica en la capacidad de masticar emoción en los textos más simples y “pasar” como si nada los textos más complejos, como si de equilibrar se tratara, generando una mezcla que se vuelve contundente a la hora de abordar el texto que, por supuesto, no pierde su vigencia y postura humanística, necesaria en los tiempos que corren.
“Potestad” es una gran propuesta dentro de la inmensa cartelera porteña, para reconectarse con un teatro que indaga, se reinventa y nos trae al presente textos de nuestro pasado actual con mucho acierto.