Crítica: La casa de Wannsee

Por Marina Biondi

Poli Martínez Kaplun nos presenta su segunda película documental llamada “La casa de Wannsee”. Durante todo el film la directora se adentra a una historia familiar desconocida para ella y de la que todos parecen querer olvidar. Desde siempre supo que los orígenes de su familia se radicaban en el judaísmo pero ella jamás se identificó como judía. Su familia no practicaba la religión y su educación tampoco correspondía a una familia judía tradicional ni mucho menos; fue con la sorprendente celebración del Bar Mitzva de su hijo que ella se dispone a indagar en sus orígenes y en su historia familiar. A través de maravillosos registros fotográficos y fílmicos característicos de su familia, logra reconstruir su historia y su propia identidad viajando en el tiempo y espacio, reedificando acontecimientos históricos, familiares y redescubriendo paisajes maravillosos que no solo contribuyen a la reconstrucción de sucesos familiares, sino también a su propia historia e identidad.

Poli va adentrándose a su historia familiar al mismo tiempo que lo hace el espectador, entrevistando a sus familiares, dejando en evidencia como la misma historia varía e impacta de diferente forma en cada uno, pero siempre dirigiéndose a un mismo camino en común. El documental emociona, impacta e invita al espectador a querer saber más sobre su propia historia, ya que evidencia que nada es casual y que, en parte, todos somos consecuencia de experiencias y sucesos heredados.
La casa de Wannsee es la casa de su historia y la de sus antepasados, una casa que a pesar de los daños y de los años sigue en pie reflejando que la familia y la identidad son más fuertes que cualquier suceso o situación.

Calificación: 9/10

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