Teatro presencial con protocolos.
Por Daniel Alvarez
Esta semana tuvimos el placer de asistir a una función especial de la obra musical A Chorus Line, una adaptación de un famoso musical de Broadway de los años 70′, en la que presenciamos un arduo casting en el que una serie de bailarines luchan por ganarse un lugar en la primera línea de un coro y que su recorrido funciona para relatar la personalidad de cada uno de los personajes a medida que van contando sus experiencias de vida. La obra se ha llevado a cabo en el teatro astral cumpliendo los protocolos establecidos ante la situación sanitaria actual.

Buenos Aires es un lugar donde el musical tiene un espacio muy importante, tanto en el teatro comercial como en el circuito independiente. La realidad es que con esta nueva apertura teatral, no podía faltar un espectáculo que represente ese pedacito de Broadway que nos suele ofrecer la ciudad, aunque siempre hay que estar consciente que una obra musical es costosa de hacer y difícil de llevar a cabo en estos tiempos. A Chorus Line logra transmitirnos la magia que el musical tiene en nuestro país, con una adaptación teatral de una obra que si bien estrenó en el año 1975 y que también cuenta con algunos guiños de la época, resulta atemporal siguiendo la problemática que tienen muchos artistas a la hora de conseguir trabajo y seguir sus sueños. La propuesta en si es muy simple, hay un casting en el que han quedado preseleccionadas trece personas, pero que en el espectáculo solo serán contratados tres hombres y tres mujeres. La cosa se pone más picante cuando su director comienza a indagar en la vida personal de los participantes, siendo este un ejercicio dentro de la audición, en el que cada bailarín debe ser uno mismo si quiere lograr su cometido. Lo último mencionado es lo que hace muy interesante a la propuesta, partiendo de una propuesta muy sencilla y fácil de poner en escena, logra denotar una profundidad a la hora de convertir en persona al artista. Podemos decir que es una historia de personajes, sin olvidarnos del componente musical, en el que contamos con números solitarios acompañados por un ensamble muy bien acoplado a las necesidades de la obra, que se lleva a cabo de manera dinámica.
Si bien se puede decir que algunos actores han logrado destacarse un poco más que otros, es solo por el hecho que algunos personajes tienen más presencia o su historia tiene mayor impacto en la trama. La realidad es que existe un gran equilibrio en la selección de artistas que conforman este musical, y como lo dice en un momento el personaje de director en la obra, para que esto funcione bien , los artistas tienen que apoyar a sus compañeros para que todos destaquen, ya que así debe ser el show. Los artistas en escenario son Jessica Abouchain, Nico Arosa, Mariana Barcia, Evelyn Basile, Menelik Cambiaso, Juan Martin Delgado, Nicolás Di Pace, Fede Fedele, Mariu Fernandez, Clara Lanzani, Martina Loyato, Matias Prieto Peccia, Roberto Peloni, Georgina Tirotta, Sofia Val, Gustavo Wons, Alejandro Zaga y Sofia Zaga Masri. Si me gustaría hacer una mención especial a Gustavo Wons, que ha tenido la oportunidad de entrar en escena como el coreógrafo de la audición, pero que también es quien le ha dado coreografias a la obra en si, siendo una de las figuras más idóneas para llevar a cabo este desafío. Otro actor que destaca es Roberto Peloni, ya que encarna al único personaje diferenciado en la obra , siendo el director del espectáculo y quién ha decidido llevar el casting hacia lo personal y lo humano. Se destaca porque en este caso el personaje se reluce en el plano de lo interpretativo desde el texteo, ya que no cuenta con una participación musical salvo por el conocido número final con la canción One.
Ricky Pashkus ha sabido como encaminar la puesta en escena desde su rol de director, mostrando a los personajes como el plato principal en lo escénico. La escenografía es simple, basta con unos espejos en representación de las típicas salas de baile dónde de llevan a cabo los castings, aunque toca decir que cuenta con un interesante diseño de luces que en ocasiones hace la experiencia inmersiva.
En cuanto a la sala y los protocolos, el teatro astral es un espacio que cuenta con una gran cantidad de butacas y espacio escenográfico, siendo últimamente uno de los teatros que ha albergado musicales como Drácula, Casi normales, e Incluso Kinky Boots, uno de los éxitos con Martín Bossi y Fernando Dente , que se vio afectada con su cancelación en el inicio del aislamiento obligatorio. Al inicio de la entrada toman la temperatura y colocan sanitizante, los acomodadores llevan al público a sus asientos designados de manera bastante ordenada. Es una realidad que antes de esta nueva normalidad, este tipo de espectáculos se vivía más como una fiesta, dónde se festejaba una sala llena y eso hacia cambiar el ánimo de una función. Si bien puede que se sienta extraño todo este distanciamiento, pero hay que decir una realidad, el espíritu festivo aún se mantiene, y disfrutar de un espectáculo de esta talla, sea como sea, termina valiendo la pena.
A Chorus Line es una obra musical muy encantadora, ideal para estos tiempos en donde los artistas han sido uno de los más afectados por los tiempos que corren, y en cierta medida, todos podemos llegar a empatizar mucho más con ellos sobre la difícil tarea de conseguir un lugar en este medio tan bello pero competitivo. La obra denota un excelente trabajo en todos sus aspectos, pero es en los actores dónde radica el brillo del espectáculo. Si están interesados en ir al teatro, vayan, tomen todos los recaudos necesarios y disfruten…
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Un pestiños. Se salva un poco el final y el principio
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