Reseña: No es fácil escucharla

Por Marie Álvarez

@yosoylahermanadeshakespeare

“No es fácil escucharla”, una obra de teatro musical de Vicki Municoy pensada para toda la familia y es uno de los doce estrenos que conforman la segunda edición del Festival de la compañía de dramaturges Akróasis (coordinada por Pedro Velázquez). Las funciones fueron el pasado 4 y 5 de septiembre en Teatro Border (Godoy Cruz 1838). 

Un muro divide la ciudad de Juwaña. Tatú (Brisa Marcote), Lipotes (Catu Marín) y Xerces (Juan Ockasio) son les niñes/recursos que operan como fuerzas productivas en una planta de desalinización dirigida por adultes: el patrón (Nicolás Sousa) y la autoridad máxima, la señora Díceros (Marián Lorena Vázquez). Guará, un sistema operativo omnipresente, o tal vez una diosa digital, es quién controla la productividad de les niñes en este universo superindustrial que está en guerra constante. Del otro lado del muro: la madre naturaleza, la mamá de Tatú y la hermana de Xerces. El deseo de escapar de Tatú y la complicidad del trío de niñes van a desestabilizar este sistema, abriendo la posibilidad de un futuro menos mecánico y más amable. 

Es un desafío escribir sobre un producto escénico cuando bastaría con decir que es excelente desde donde se lo mire, pero intentaré ir más allá de esa expresión para acercarles la experiencia de recepción a quienes estén leyendo esta reseña. Desde el momento en que una se sienta en su butaca advierte el atractivo del dispositivo escenográfico y audiovisual de este mundo artificial. Lo primero que destaco es la dirección (Wilfredo Parra, también a cargo de la iluminación y las proyecciones); las marcaciones en los cuerpos de los personajes están bien particularizadas, son precisas y nunca caen en clichés. Con respecto al elenco: ver adolescentes con tanto talento en escena siempre es un placer; la sala se ríe y lagrimea acompañándoles. Les adultes son impecables, aunque tengo que confesar que no conocía a Marian Vazquez y que su voz (además de su presencia escénica) me dejó impactada. La música y los arreglos vocales (Fernando Nazar) son geniales; de hecho ya está disponible el cd para quién quiera adquirirlo. 

Toda la obra está plagada de imágenes preciosas y casi que una se queda con ganas de que dure un ratito más. Vestuario (Carlos Enrique Vargas), escenografía (Camila Ciccone) e iluminación no dejan ningún cabo suelto y generan mucho más de lo que se ve; en este sentido quisiera mencionar que la dramaturgia “crea espacios” y que todos los sistemas escénicos funcionan como un engranaje perfecto para que los podamos ver aunque no estén ahí. Esto es necesario porque el universo que construye el texto es altamente complejo, tal vez similar a la estética del “capitolio” de “los juegos del hambre”, por lo que hay que inventar estrategias que compensen las imposibilidades técnicas y esta puesta lo logra a la perfección. Al respecto, es para destacar que la producción de todas las obras que integran el Festival Akróasis han tenido un enfoque sostenible y sustentable (es decir que el vestuario y la escenografía se realizaron con prendas o materiales reciclados y tinturas naturales, por ejemplo), abordaje que marca un precedente para futuras compañías. 

Por último y no menos importante, me parece que en estos tiempos de transición en los cuales ya no hay programas de mano sino códigos QRs para escanear, la producción de esta obra (Karina Velis y equipo de NEFE) ha desarrollado una estrategia complementaria para la cuenta en instagram con contenidos exclusivos y específicos que hacen aún más atractiva toda la experiencia si una se toma unos minutos para explorarla; es más, al mandar un mensaje directo quien responde es nada más y nada menos que “Guará”. 

La dramaturgia es un intertexto, como declara su autora en el programa: “hay capas más siniestras, pero también tiene bombas de azúcar”. Más allá de la historia que se cuenta, que para cualquier niñe o adolescente es más que entretenida, hay pequeños temas emergentes que son aludidos: la cuestión de género o el sexismo (la rebelde es una niña a la que “el patrón” trata de “niño”, utilizando el masculino como término universal), la crítica capitalista (cuerpos medidos según índices de productividad), la sobreexplotación de los recursos naturales (la contaminación ambiental), las fronteras y la separación de las familias (automáticamente pensé en el “CPB”; el servicio norteamericano de protección de bienes y fronteras famoso por “meter niñes en jaulas”), les niñes arrancades de sus familias biológicas (también el caso de Estados Unidos y en nuestro país, la dictadura), la importancia de la amistad, el deseo de volver a la naturaleza y la necesidad de reencontrarnos con “lo humano”, con los vínculos auténticamente amorosos. Las metáforas tal vez no sean nuevas, pero son las que les adultes necesitamos escuchar para reflexionar sobre nuestro inquietante futuro.


Creo que con el tiempo y con el favor del público “No es fácil escucharla” bien podría convertirse en una pieza de culto del teatro musical independiente, tal como “Mamá está más chiquita”, por mencionar alguna. Ojalá muy pronto programen nuevas funciones. Recomiendo no perdérsela porque es una gema de nuestros tiempos. 

Seguí las novedades de NEFE en: @noesfacilescucharla

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