Reseña: Tercero Excluido

Por Diego Di Vincenzo

Arte y poder en clave criolla

Un Youtube de casi 10 minutos de marzo de 1980 recoge la crónica de una visita que el dictador Galtieri realiza a la provincia de Santiago del Estero como Comandante en Jefe del Ejército. El reporte lo realiza el ochentoso periodista Edgardo Mesa y el relato destaca la entrega de las llaves de la ciudad, a la que el dictador llama “corazón territorial” metaforizando a la Patria como cuerpo. Junto a Galtieri, se encuentran Ochoa, el gobernador local, y el genocida Bussi, por entonces gobernador de la provincia de Tucumán. En el aeropuerto de la ciudad, Galtieri le da la bienvenida a la clase 1961, que se incorpora al servicio militar.


Con este episodio en off, comienza Tercero excluido, la obra del dramaturgo, actor, director y productor Gabriel Virtuoso, recientemente fallecido, integrante, además, de la Compañía de Teatro Clásico de Santiago Doria.
En el contexto de esta “ilustre” visita, el jefe de un destacamento de un pueblo sin importancia de la provincia, el Teniente Chacho, fantasea con la visita del dictador. Se trata de un lugar en el que mucho no pasa, que tiene sus habitantes notables (la ricachona señora Martínez, moralista, aunque no zonza; las chicas del prostíbulo, otro milico), las fuerzas vivas de la comunidad, el diario local…, por eso se espera que este acontecimiento los saque de la modorra pueblerina y que le permita al Teniente Chacho alcanzar mejor fama. Ese tercero Jefe del Ejército Argentino tiene la llave para abrir otras aspiraciones, por lo menos, dos: una es la de la esposa de Chacho, quien espera con desesperación que su marido termine con una prolongada abstinencia sexual debido a los “nervios” que le causa la ilustre visita; la otra es la del propio Chacho, que ansía la llegada redentora del Teniente General.


El tercero, sin embargo, está siempre ausente y por eso queda excluido, emulando el principio de la lógica aristotélica (el Principio del Tercero excluido), según el cual “Algo es verdadero o no lo es”, lo que impide una tercera opción que medie entre los términos de este binarismo, principio —agreguemos— que fue cuestionado por otras lógicas posteriores que admiten la posibilidad de un tercero “incluido” conciliando los opuestos de estos pares y haciendo lugar a una tercera opción.


La espera de un tercero que clausure la abstinencia sexual es la primera alusión que la obra realiza a Tercero incluido, la obra del gran Tato Pavlovsky que se estrenó en el marco de Teatro abierto (1981), ese ciclo que inauguró un oasis expresivo en el asfixiante panorama cultural de los años del Terror, y al que Virtuoso hace un claro homenaje con citas de algunos de sus textos clave (Decir sí, de Gambaro) o alusiones (Gris de ausencia, de Roberto Tito Cossa). Como en la obra de Virtuoso, la de Pavlovsky pone en juego la larga espera de una pareja que se atrinchera en la cama anhelando a un tercero que traiga cambios radicales o que termine con ellos para siempre.


La dramaturgia, además, tiene claras resonancias de la gran tradición del teatro nacional, no solo en el sainete criollo (en particular, por la inclusión de música en vivo y las entonaciones costumbristas), sino también en algunos guiños a la revista porteña (el clisé de la mujer sobrexcitada y el marido abúlico, que no actúa el estereotipo del hombre siempre dispuesto). Además, la puesta destaca con eficacia la gestualidad rimbombante del poder: el movimiento permanente de los brazos de los actores parece parodiar algo del Galtieri de Youtube cuando da el discurso a los conscriptos clase 61. Esa gestualidad, además, es una nota distintiva de los grandes caudillos

latinoamericanos que popularizó la denominada “novela del dictador” (Asturias, García Márquez).
Efectivamente, el texto retoma en clave invertida la producción de Teatro Abierto: el poeta del pueblo, un anciano ciego, muñido de bastón al estilo de un gran patriarca o profeta, y que hace también de comentador de los hechos, un poco al estilo del coro griego, proclama sentencias y máximas criollas, la mayoría de las cuales ubicadas en las tradicionales disputas entre Buenos Aires y el interior, en particular, con un porteño que distrae de sus calores a la esposa del Teniente dándole clases de teatro.
Al poeta le piden que escriba una obra para homenajear al ilustre visitante, y este pedirá auxilio inspirador a esa musa porteña, el profesor, que le ofrece ¡las obras reunidas de Teatro Abierto!, al que la Dictadura le puso una bomba, para ofrecer un espectáculo a Galtieri.
Los textos del Teatro Abierto son retomados en una de las escenas más logradas de la puesta, la representación de un fragmento de Decir sí, otro claro homenaje al teatro, esta vez en clave ficción dentro de la ficción.


La discusión entre poeta y profesor arranca por una consideración foucaultiana del poder que, con soberbia profesoral, “le explica” el porteño al santiagueño, pero muy pronto se torna discusión estética: se contrapone el uso de la metáfora (que defiende el porteño) con el lenguaje directo (que defiende el poeta). El profesor defiende el lenguaje figurado como estrategia retórica para esquivar la censura: hablar de algo por alusión, sin hacerlo explícitamente. El poeta, en cambio, habla de la eficacia de las narraciones para imponer una “realidad” como Realidad, en una larga disquisición acerca de la Biblia como relato fundador y retomando a Platón cuando habla de la poesía, la pintura y la escultura como artes de imitación.


Por supuesto que los polos encarnados en estos dos personajes se vuelven intolerables para un pueblo en el que literalmente no pasa nada, y que terminarán como chivos expiatorios de un poder que, tras la caída de la expectativa por la visita fallida, excluirá a estos terceros subversivos, perturbadores.

Funciones: Domingos 19.30hs
Teatro Payró,
San Martín 766, CABA
payroteatro@gmail.com
http://www.teatropayro.com.ar
Localidades en: http://www.alternativateatral.com
Más info: Ig @tresalfondo

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