Por Sofía Luna Roberts
¿Qué es lo que nos condena como seres humanos? ¿Nuestras acciones, errores, actitudes, prejuicios? ¿Lo que callamos, lo que repetimos, lo que gritamos? El ser humano está condenado a todo lo que la sociedad tiene para reprochar, está castigado a heredar un montón de tradiciones machistas, misóginas, homofóbicas, xenofóbicas y tantas más que lo maldicen y atormentan a la hora de relacionarse con el otro. De esto y más es lo que Vani Szlatyner nos intenta hablar en su obra “Casi humanos”, donde las incomodidades, verdades y los tabúes son los ejes principales. Se presentan en sus 8 únicas funciones en el Teatro Belisario todos los domingos a las 20 hs (Av. Corrientes 1624)

Lo destacable de la pieza teatral es su manejo sutil pero siempre presente del humor ácido, de ese humor que ocultamos por miedo a ser juzgados o etiquetados como “malas personas”. Sus diálogos rozan tan cerca de la realidad que nos reímos para justamente no llorar de todo las injusticias que nos rodean como sociedad. La demostración de una realidad tan cruda nos interpela y nos obliga a reflexionar sobre la cantidad de apariencias y disfraces que utilizamos día a día para combatir las complejidades de las relaciones sociales.
Los actores Julián Belleggia, Ángel Blanco y la actriz Miriam Fontes dan el cuerpo para protagonizar a tres psicólogos encargados de mejorar la salud mental de sus pacientes pero, sin poder aún, manejar sus propias vidas. Es la gran metáfora de la obra: nadie puede salvarse de los traumas que se heredan. La obra da lugar a historias que suceden y se ocultan, pero que respiran y laten en cada rincón de la escena a partir de un gesto, una palabra, una mirada o una risa. Estos personajes son egoístas, crueles, “enfermos” y tan materialistas como la sociedad que los engendra, en donde no ven otra salida más que aparentar y seguir encerrados en una realidad que los atosiga.
Temas como la discriminación, la vida, la muerte, la sexualidad, el deseo, el ser y aparentar son los asuntos primordiales que le dan una forma única y cretativa a esta obra teatral. Generan una extraña empatía con el espectador ya que todos nos hemos sentido así de condicionados y sometidos en esta sociedad que es difícil dejarlo pasar y preguntarnos: ¿Somos capaces de decir lo que pensamos? ¿Asumimos lo que nos provoca el otro? ¿Somos animales de costumbre o simplemente “casi humanos”?