Por Alejandro Corell
Hazte con todos, explóralo todo
Para el momento en el que estas líneas lleguen a vosotros, habrá pasado al menos una semana desde el lanzamiento de Pokémon Escarlata y Pokémon Púrpura. Tiempo suficiente para que Game Freak y The Pokémon Company vuelvan a colocarse en boca de todos. No hay un lanzamiento tranquilo en Pokémon, esto es la guerra y como bien repetía la saga Fallout, la guerra no cambia nunca. Hace escasos 10 meses de la llegada del anterior título de la saga, Leyendas Pokémon: Arceus, planteado como un juego externo a la franquicia principal, pero donde pudieron verse algunas de las características que parecían fundamentales para el futuro de los monstruos de bolsillo.

Ya en enero, público y prensa se llevaron las manos a la cabeza al ser testigos del resultado final del juego. Presentando el primer Pokémon con vista no isométrica desde los tiempos de GameCube, acompañaban el periplo en las lejanas tierras de Hisui un apartado gráfico cuanto menos cuestionable. Bajas resoluciones, texturas poco trabajadas, un diseño de escenarios simple y ciertamente vacío… por desgracia, ni con estas decisiones se pudo lograr que la Nintendo Switch reprodujera el juego de forma fluida, con tasas de fotogramas que en momentos llegaban a posicionarse por debajo de la mitad. Será eternamente un misterio el verdadero motivo por el que se decide invertir tan poco dinero en el desarrollo de los títulos de la saga más rentable de la industria. Pokémon es y será siempre una máquina de imprimir billetes, y las ventas de Leyendas Pokémon: Arceus lo demostraron una vez más.

Ahora bien, una de las principales razones esgrimidas para justificar el estado del título fue el hecho de que sólo una porción del equipo de Game Freak se encargaba de este juego, con el resto del equipo trabajando en el siguiente título de la saga principal. Meses después descubrimos los nombres de este: Escarlata y Púrpura, así como el hecho de que se inspiraba en la península ibérica, por lo que no tardó en nacer el apodo de Pokémon Españita. Con el trabajo de markéting ya hecho, sólo era cuestión de esperar a su lanzamiento, el 18 de noviembre. Ya antes de entrar en esta aventura, tenía muchos sentimientos encontrados respecto a ella. Por una parte, la idea de encontrar por fin, una aventura de la saga de mundo abierto, donde poder llevarme pensando que el cielo es el límite, aumentaba mi ansia y curiosidad por ponerle las manos encima. Por otra, los primeros análisis así como los primeros fragmentos mostrados confirmaban una realidad por muchos esperada: Pokémon Escarlata se veía bastante mal, hablando sin pelos en la lengua. Por suerte, tuve la oportunidad de acceder al título y publicaros aquí mis experiencias, de manera que en cuanto tuve la oportunidad me lancé a Paldea sin dudarlo demasiado. ¿Lleváis suficientes bocadillos? El viaje comienza.
Esta semana leí una opinión sobre el juego en Twitter que comparto en su totalidad. Esta venía a decir algo así como: “Es el juego más feo que he jugado en mucho tiempo. También es el Pokémon más divertido que he jugado en muchísimo tiempo”. Esta contraposición de características es ciertamente, una pena. Creo que me he acostumbrado a los estándares técnicos de Pokémon, y no es algo de lo que esté orgulloso. La Nintendo Switch es una consola con limitaciones técnicas dado su tamaño, portabilidad y antigüedad. No obstante, Nintendo sabe exprimir el dispositivo al máximo, así lo demuestra en el resto de sus juegos First y Second Party. Este mismo verano debutaba Xenoblade Chronicles 3, demostrando al igual que títulos como The Legend of Zelda: Breath of the Wild que el mundo abierto no es una excusa para no lucirse increíble, visualmente hablando.

Pero parece que todo Pokémon tiene que verse medianamente mal por contrato. Junto a esto, destacan muchas texturas mal introducidas, sprites con tasas de frames muy reducidas a distancias cortas, como el caminar de un npc o el girar de las aspas de un molino y situaciones de popping extremo donde tanto Pokémon como personas y elementos aparecen mágicamente a escasos centímetros de tu cara. Además, al igual que sucedió con Arceus, las tasas de cuadros por segundo de este nuevo Pokémon son, al menos de momento, un desastre. He tenido que reiniciar el juego más de una ocasión al sentir que se estaba reproduciendo a menos de 15 fps, llevando la experiencia hacia lugares oscuros. Pero si lo visual no acompaña, tampoco lo hace lo auditivo. Más allá de la banda sonora, que sabe estar a la altura de lo que se espera en un juego de la franquicia, el resto de efectos de sonido destacan por su falta de detalle. Los pasos del personaje, el sonido ambiente, tan importantes para la inmersión se sienten simples y toscos. Además, se echa realmente en falta un doblaje para el juego. Independientemente del idioma, se hace tedioso leer conversación tras conversación viendo como los personajes mueven la boca y deforman su cara en expresiones exageradas, sin que nuestros oídos reciban ni una sola palabra.

Pero no todo puede ser malo, desde luego. Si escribo estas líneas algo apenado es por lo bien que me lo he pasado dando tumbos por Paldea. Una vez completado el tutorial, y libre a tus anchas para hacer lo que quieras, aparece ante ti una experiencia como nunca antes pudiste encontrar en la saga. Es cierto que los tres objetivos del viaje (gimnasios, Pokémon especiales y bases del equipo Estrella) están algo acotadas en su camino, pero lo cierto es que es relativamente fácil perder el rumbo y no saber a ciencia cierta cual debería ser el siguiente objetivo, lo que da lugar a situaciones inesperadas, más alejadas de la sencillez habitual con la que se desarrollan los hechos. El primer día, me encontré dándole órdenes a un Pokémon de alto nivel, que no me obedecía ni una de cada cuatro, al ser el único capaz de soportar al líder de gimnasio al que había decidido desafiar. Quince minutos y 20 superpociones después, me alcé victorioso y extremadamente satisfecho.
De la misma forma me sentí realizado al recorrer un nuevo paraje y desvelar sus misterios. Quizá derrotar a un Pokémon alterado y de gran tamaño que causaba estragos en la zona, o encontrar una macro aparición de algún Pokémon en particular. De vez en cuando se cruzará en nuestro camino un Pokémon teracristalizado, la nueva “super forma” del título, que nos obligará a reunir toda nuestra concentración para salir victoriosos del enfrentamiento. De esta forma, dar vueltas por el mapa, un poco a ciegas y sin saber a ciencia cierta que nos vamos a encontrar, introduce un factor de exploración y descubrimiento fundamental para el disfrute de la experiencia.

En conclusión, Pokémon Escarlata/Púrpura se presentan como una experiencia muy interesante dentro de la franquicia, que posiblemente marque el camino a seguir para los siguientes títulos de la saga. Sus problemas tanto artísticos como técnicos son un lastre que lastimosamente degradan la experiencia general, que es realmente divertida en su parte jugable, impidiendo al título brillar en su totalidad. Si puedes aguantar su bajo rendimiento y sus problemas visuales, encontrarás detrás uno de los juegos más disfrutables de la franquicia en muchos años.
Calificación:8/10