Reseña: Me encantaría que gustes de mi

Por Eloy Rossen

Todo lo que se puede imaginar en el silencio de un teléfono.


Luciana Mastromuro dirige a Sol Fernandez López en Me encantaría que gustes de mí, una tragicomedia que bordea los límites entre la realidad y la imaginación de una profesora de literatura. A la espera de la llamada de su amor, Fernanda llega hasta a matar a su propia planta de tomates y a espiar a su peluquera. Un soliloquio melodramático que dialoga con la obsesión y la desesperación: todo lo se puede imaginar en el silencio del teléfono que nunca suena.


Basada en la novela de Fernanda Laguna, Me encantaría que gustes de mí es un himno solidario al desquicio que sucede entre nuestra propia cabeza -fundidos en uno el consciente e inconsciente-, a esas fantasías que intentamos forzar a la realidad sin éxito alguno. Fernanda, entre las tres paredes cerradas que componen el espacio, recorre agobiada su departamento, creando escenarios imposibles para agregarle la emoción que necesita a su corriente vida de profesora de lengua. En una hábil conjunción entre lenguaje y cuerpo, Sol Fernandez López interpreta este unipersonal de manera brillante y sin quebrar la composición en ningún momento, dotando de fisicalidad y emoción al texto de Fernanda Laguna.


Mientras escribe una nouvelle autobiográfica, Fernanda aguarda detrás del teléfono el llamado de Carmen, una compañera laboral con la que se encontraron casualmente en una fiesta. Me encantaría que gustes de mí comienza así, con una apelación susurrada, con un reclamo corto y sencillo: quereme. Desde ese pequeño cruce en un boliche, la protagonista fractura los límites de la realidad -e incluso también los de la misma escenografía- para concretar en la escena todo lo que podría pasar si el teléfono sonase. En un fluir de inconsciencia fantástico, la protagonista llega incluso a asesinar a su planta de tomates, a fantasear con un bebé dormido en una caja negra esperándola en su puerta, a enamorarse perdidamente de su peluquera sin saber más que su nombre. La obra juega constantemente, en la soledad del monólogo, con la frontera entre el imaginario expandido y los hechos de la cotidianidad, en donde se posiciona firmemente nuestra pobre romántica, quien defiende su derecho a expresarse. De todas formas, Me encantaría que gustes de mí posee algo todavía más profundo y conmovedor: el hecho de que puede ser enteramente reducida a la historia de una simple profesora de literatura, esperando un llamado que nunca va a llegar, sin enamoramientos repentinos, ni asesinatos, ni cajas misteriosas.


Luciana Mastromuro elabora una espacialidad acogedora para el texto, con una singular puesta de luces que acompaña a la protagonista en todo momento. Dibujando líneas transversales sobre las paredes de la escenografía, distintos fragmentos de Fernanda se iluminan orgánicamente, confeccionando cuadros llamativos que simpatizan con nuestra enamorada perdida. A esto se le suma el diseño sonoro, que colabora con la puesta escénica en su totalidad, potenciando tanto los momentos frágiles del texto, como sus partes cómicas.
Bailando entre la ficción y la realidad, la obra de Mastromuro y Fernández López impacta de manera contundente en la sala del teatro, dejando mudos y aferrados al borde de sus sillas al público en su totalidad. Haciendo uso del rico registro que es el melodrama, Me encantaría que gustes de mí defiende lo maravilloso que es fantasear, tomando como excusa los anhelos de una profesora enamorada para hablar de todo el imaginario que puede desembocar la impaciente espera de una llamada.



Me encantaría que gustes de mi está todos los jueves a las 20.30 horas en el Teatro Beckett. Podés conseguir tus entradas a través de este alternativa teatral

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