Por Nicolas Becerra

TÁR no es una película para cualquiera. Desde el comienzo busca hacerte contemplar la limitación de tu vocabulario. Es una película que se basa en el diálogo y que maneja una gran densidad intelectual en su dialecto. Constantemente demuestra un estado de superioridad sobre el prójimo, incluso sobre el espectador. Es una película seria que asume que tenemos conocimientos previos sobre distintos elementos de carácter cultural y artístico. Y tampoco se toma ninguna libertad para hacerte lograr entenderlos. Sin embargo, la historia en su estado más primitivo es cercana a cualquier ser humano. Nuevamente, Todd Field ahonda en las relaciones amorosas y pone en debate la moralidad. Nos ilustra con un fragmento de la vida de Lydia Tár, una célebre directora de orquestas que acepta tener cierta responsabilidad por hallar la excelencia debido a su afamado éxito, que ejerce el poder que tiene gracias a su prestigio y que carece de humildad. Bien podría ser otra su profesión, ya que esta es un simple medio para la proyección de la trama. A lo largo de la narración se nos exhiben las problemáticas que abordan la vida de Tár, la forma en la que lleva su propia autoridad, la relación con su pareja, su tendencia a los abusos laborales y sexuales y cómo acaba siendo perseguida por sus propios actos nocivos. Se realizan analogías entre la música clásica y la vida personal, sacando a la luz el clásico debate sobre la separación del autor con su obra, personificando esta disputa y cuestionando la decadencia cultural en la actualidad.
Siguiendo esta línea, Todd Field demuestra que es una película de su autoría. Los escenarios cotidianos y ritualizados, las reflexiones estéticas y los simbolismos son algunos elementos que también posee su anterior film ampliamente galardonado, Little Children. En algunas ocasiones el movimiento de los planos y su composición nos remite al género de terror, haciendo alusión a una película que holgadamente podría ser de fantasmas. La fotografía ayuda con esta sensación y logra ponernos en un lugar de intimidad. Se ofrecen situaciones que sumergen al espectador en la oscuridad de los vastos espacios aislados. Presenta una estructura narrativa lineal, pero con acciones dramáticas muy demoradas.
Un elemento totalmente destacable es el manejo del sonido. Este elemento es congruente con el mensaje que nos transmite Tár en la primera secuencia, la importancia del silencio. El silencio deja espacio para que los diálogos brillen. Intenta alejarse del ruido. Nos brinda esa concentración que necesitamos para observar la película. Nos posiciona en un consumo diegético, a veces presentando situaciones incómodas y algunas otras más humorísticas.
El ritmo también hace referencia a esto. Al principio es lento, como si se tratara de una misa, tal como Lenny interpretó el Adagietto en el funeral de Kennedy y que además es mencionado por la protagonista. La duración de los planos es larga e incluso se presentan planos secuencia con gran movimiento interno que recorren la perspectiva de Lydia Tár y dejan lugar a grandes actuaciones. La gesticulación facial, los movimientos esporádicos y el tono de cada frase, demuestran el control de Cate Blanchett sobre los detalles. Su actuación es irreprochable y guía la película de tal manera que genera un alivio sobre la lentitud de la misma. Por otro lado, es destacable la actuación de Noémie Merlant, que se encuentra en un estado de sufrimiento y fracaso constante, pertinente a la realidad de su personaje.
En conclusión, TÁR es un retrato del egoísmo humano y su lenguaje es consciente de ello. Probablemente no se vuelva de carácter popular, pero estos elementos pueden magnetizarte a la obra de Todd Field, o alejarte muchísimo.
Muy acertada la crítica! Coincido en la mirada que se le da a la obra desde un lado analítico, completamente de acuerdo.
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Excelente crítica deteniendose en cada área de la película.
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