Análisis: Ender Lilies: Quietus Of The Knights

Por Angel Sevilla

“Fue entonces cuando empezó a llover. Los llantos resonaban por doquier. Nuestra líder le puso un nombre; el Diluvio Mortal. Refugié a Lily en la Iglesia y me armé para lo que se avecinaba…”

“El Diluvio nunca cesó”.

Un metroidvania comienza siempre con muchas preguntas y ninguna respuesta. Y es nuestro deber, nuestro cometido a lo largo de este reino, encontrar esas respuestas mediante el mundo que se nos plantea, mediante ese mapa en blanco que tendremos que colorear. Y en ese aspecto, Ender Lilies es un sobresaliente. Desde el primer momento.

En Ender Lilies: Quietus of the Knights controlamos a una joven sin voz a la que pronto nombraremos como Lily, una Doncella Blanca, uno de los últimos seres capaz de limpiar la Impureza que asola el reino de Finisterra. La historia se nos desvelará a lo largo de los muchos textos, localizaciones emblemáticas y emocionantes cinemáticas. En general, todo el relato de este reino, del Rey y su pasado y de la Doncella Blanca se vuelve redondo una vez completas el juego, pudiendo comprender al detalle todos los matices de este triste cuento de sacrificio. No es una historia rompedora que renueve la narrativa, y de hecho, recuerda muchísimo a la de otros títulos, pero consigue con sencillas frases y amargas imágenes transmitir la horripilante decadencia de un mundo que no puede enfrentarse a la impureza… salvo con un sacrificio.

Como Metroidvania, en Ender Lilies avanzaremos por un mapa plagado de secretos. Hay muchísimos secretos escondidos, desde reliquias con las que podremos mejorar nuestras habilidades, textos para entender las historias, impureza para adquirir más fuerza de ataque y nuevas habilidades con las que volver a zonas ya exploradas en un nuevo enfoque. Nada más despertar nos acompañará un caballero, un espíritu protector cuya misión será la de protegernos… y esto es importante, porque en Ender Lilies nunca atacaremos nosotros; los espíritus de aquellos que purifiquemos serán aquellos que ataquen cuando nosotros lo decidamos. Hay más de cuarenta espíritus distintos, todos con ataques muy variados y movimientos versátiles que tendremos que combinar para optimizar el combate.

Mecánicamente, es fluido, fácil de jugar. El combate es frenético y de constante necesidad de reflejos; no nos podremos apenas detener mientras buscamos una de las muchísimas estrategias posibles para acabar con nuestro enemigo. La combinación de armas y amuletos abre un abanico para todas las diferentes formas de acabar con nuestros enemigos, y desde luego, el juego lo tiene en cuenta. En ocasiones chocaremos contra enemigos con ataques bastante difíciles de prever, y muchos de los jefes finales son grandes esponjas que no permiten ni un error. Entre eso y los brutales caminos llenos de enemigos que habrá que repetir una y otra vez hasta llegar al siguiente banco, encuentro ciertas impurezas en el sistema. Además, el “nivel” del personaje no es un atributo que parezca influir. Parece un número puesto casi por obligación, que aumenta conforme matas enemigos y nunca disminuye, pero apenas si le prestas atención y no se ve su impacto en el juego.

Artísticamente el resultado es impresionante. Al principio uno podría pensar que en la oscuridad de estos sprites animados quedan poco claros los elementos y cuesta definir todos los elementos en pantalla, pero entre luces y sombras genera una armonía específica difícil de equiparar, con brillos en lo importante y un personaje al que nunca perderemos de vista, pues el contraste entre la pureza de Lily frente a la oscuridad y podredumbre de este mundo hace muy localizable a la pequeña y nos sitúa muy bien. Las animaciones son sencillas imágenes con muchísimo detalle y grandes cosas que contar. Cada una es un cuadro precioso y se acompaña con una realización de la historia que nunca deja indiferente.

En resumen, las influencias en este juego de títulos como Salt and Sanctuary y sobre todo Hollow Knight son palpables y evidentes, pero aun así, aunque en seguida las cosas recordarán a otras, hay un mimo en aquello que hace a Ender Lilies muy propio que enamora casi al instante, con cada situación trágica, cada muerte, cada sala completada o cada jefe. Un metroidvania prácticamente perfecto al que yo consideraría indispensable, exigente y difícil en algunos momentos, pero que no lleva más de diez horas de completar y las vale todas.

Calificación: 9,5 / 10

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