Algo hay que comer
Surinam forma parte del macizo guayanés, región geográfica y cultural que abarca países totalmente alejados de la unidad latinoamericana y de poco conocimiento para muchos latinos. En sí, el macizo guayanés también abarca gran parte del territorio venezolano, el estado de Guyana, Surinam y el territorio francés de ultramar Guayana y la zona del delta del Amazonas en Brasil.

En Surinam no se habla ni español ni inglés, sino holandés. Estos conocimientos son los que los protagonistas de esta historia conocerán repentinamente aunque hay cosas más importantes que la geografía sudamericana: hay hambre.
»Un circo argentino que se encontraba de gira por Latinoamérica decide seguir rumbo a Surinam. Una vez pasada la frontera se pierden en la sabana y se les rompe la camioneta. Sin ver a ningún ser vivo en los alrededores, se comen lo último que tenían. Al tiempo, deciden comerse al mono del payaso. Ahora sólo quedan ellos». Así describe Victor Chacón esta obra de su autoría y dirección.
Antonella del Valle Piersanti, Manuel de la Serna, Rocío Celeste Fernández, Lucas Ranzani, Javier Grinstein, Sathya Dematti forman parte de los integrantes de este circo argentino perdido en tierra de nadie (aplausos de pie para ellos).
Lo novedoso de Surinam es que rompe con la línea narrativa clásica del teatro, nos ofrece una obra espléndida donde ya sabemos el desenlace pero nos interesa saber cómo se llegó a tal. Para ellos cuentan con recursos teatrales donde los actores tendrán que tener coordinación y destreza para recrear repeticiones de escenas pero de diferentes puntos de vista todo esto para confundir al espectador pero de buena manera, la idea es que estemos atentos sin importar el orden.
Todo esto me recuerda a la trilogía del mexicano Iñarritú (Amores Perros, 21 gramos y Babel). Surinam cuenta con narrativa cinematográfica llevada al teatro, siendo el caos y el shock el vector que conducirá a los personajes a tomar decisiones difíciles sostenidas por la necesidad.
Lo grotesco, anti moral, lo dramático o exagerado y lo ingenioso son valores que destacan en Surinam, donde estos personajes más allá de tener hambre, dejarán al espectador con las pupilas dilatadas ante la secuencia no lineal de los actos, para dejarnos al final con hambre de más obra, aunque no hambre de los eventos que suceden dentro de la misma.
Surinam está disponible los domingos de agosto y septiembre a las 20 horas en el Teatro Nün (Juan Ramírez de Velasco 419)
Les escribió Sebastián Arismendi para La Butaca Web.